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miércoles, 5 de febrero de 2020

Música y siglo XX. Austria y Alemania. Primeros años. Viena


*La influencia wagneriana. Tristán. Hacia la disolución del viejo andamio tonal.
*La Viena conservadora y rebelde de los primeros años
*Figuras de transición. Richard Strauss. Max Reger. Hugo Wolf. Gustav    Mahler
*Pfitzner. Busoni.
*Primeros años de Schoenberg

Nos hallamos en Viena hacia el año 1900. La música puede ser profética de una manera inquietante como un sismógrafo que detecta futuras erupciones. A finales del Siglo XIX , Europa se desprendía de su antigua piel para convertirse en algo nuevo, mas complejo y mucho mas peligroso. En una época en que las certezas del Imperio y del orden social establecido, se desmoronaban, también la música abandonaba sus certezas: abandonaba la tonalidad aparentemente para siempre.

Influencia Wagneriana. Tristán. Hacia la disolución del viejo andamio tonal

El origen más inmediato de este abandono lo tenemos en el Tristán de Wagner (1857). ¿ como pudo ocurrir aquella obra , aquel primer acorde del preludio? El acorde Tristán. Los primeros compases nos anuncian ya los maravillosos efectos que podrán obtenerse con esa especie retardo en las resoluciones armónicas. Ese acorde disonante que no se resuelve y que nos iba a llevar a la deriva en un mar de tonalidades indefinidas. La ópera comienza flotando en el aire, toma forma lentamente y alcanza un momento de dolor en un acorde que no se resuelve sino vagamente en ciertos momentos.
En el preludio las armonías se acercan constantemente a la tonalidad básica, modulan a su alrededor, pero se vuelven a alejar. La tonalidad básica, su acorde principal y la tónica pierden su valor de eje armónico. Aunque todo se refiere a ellos, no se oyen ni una sola vez; tal cosa no habría sido posible en ningún clásico. Las tonalidades opuestas se oyen sucesivamente, se mezclan y con ello Wagner se anticipa a la bitonalidad, que posteriormente había de tener un efectos decisivos.

El desarrollo que dio Wagner a la armonía ha tenido una importancia histórica. La pulverización cada vez más fina, la que podríamos llamar la atomización de la vida armónica durante los decenios posteriores, puede considerarse derivada, casi sin excepción, de la partitura del Tristán que representa un paso de gigante hacia la disolución del viejo andamio tonal de los últimos dos siglos. Tristán infringe por expresión, por lirismo y por belleza, las leyes armónicas constitutivas del consagrado principio de tonalidad.  Será Arnold Schoenberg y su Escuela los que llevan hasta sus últimas consecuencias el cromatismo wagneriano. El feroz expresionismo de Schoenberg a través del grito de angustia del áspero atonalismo sin ley, asestará un golpe mortal a la certeza tonal.

Para la mayoría de los compositores de la primera mitad del siglo XX, Wagner es una influencia inevitable y necesaria para encontrar un camino propio, o los caminos comunes, por los que habría de discurrir el nuevo mundo sonoro.
Pocos compositores escaparon al hechizo de Wagner. Inmune quedó la música rusa: Nacionalistas y europeístas rusos hicieron un frente común contra Wagner. Desde el grupo nacionalista de los Cinco hasta Tchaikovsky que asume de Occidente el poematismo de Liszt y que parece que se aburrió soberanamente cuando escuchó por primera vez el Tristán en el mismo año de la muerte de Wagner. Posteriormente, Igor Stravinsky permaneció como estatua de piedra frente al gigante Wagner. En Francia para un talento como el de Bizet, el problema Wagner no existe.

Pero para los impactados, empezando por César Franck y sus discípulos, también para Debussy y Arnold Schoenberg, para todos los seducidos, solo después de serias dificultades consiguieron despertar de los efectos del narcótico wagneriano. Los primitivos adoradores e imitadores de  Wagner harán, casi todos, juveniles peregrinaciones a Bayreuth. Todos, al llegar a su período de madurez creativa, al encontrar su línea propia e inconfundible por la que serán “historia de la música”, arrojan el lastre “Wagner” tan lejos como puedan, sobreviniendo así la negación, renegando apasionadamente de quien les hechizó tanto tiempo, normalmente en el período fundamental de la juventud.
Wagner someterá en mayor o menor medida a casi toda la música europea, no solamente a la germana. De forma sinceramente entusiasta y casi religiosa influye en Mahler, que asume al Wagner de la fiebre y de la pasión, al Wagner anarquista, romántico y rebelde. De forma burguesa, muy en la línea del Wagner final, del influye en Richard Strauss, de quien asume la destreza, la técnica.

Todo un mundo musical a finales del XIX y principios del XX, lleno de “tics” a lo Wagner inevitables, y que ponen de manifiesto que la única solución posible y coherente al wagnerismo pasaba necesariamente por la eliminación progresiva, y después total, del sistema tonal.

Antes de examinar algunas figuras de transición al siglo XX en este escenario germánico, veamos cual era el panorama de la Viena de principios de siglo.

La Viena conservadora y rebelde de los primeros años

A finales del siglo XIX en Viena, la decadencia exhala su dulce perfume. Desde nuestro punto de vista actual no es difícil de reconocer que el declive de Viena era terminal.  Pero para las personas que vivían entonces no estaba tan claro. También resulta difícil imaginar cuantas corrientes intelectuales y artísticas nacieron en la Viena de aquella época. Viena era la ciudad más conservadora de Europa: Decía Mahler, “cuando llegue el fin del mundo regresaré a Viena porque allí todo llega con 20 años de retraso.”
Lo extraño era que cuanto más conservadora era Viena más ideas producía. Cuanto peor trataba a sus artistas, más daban estos de si . Al mismo tiempo en la ciudad, el pintor Gustav Klimt era uno de los máximos representantes de la secesión o rebelión  vienesa. Un grupo así llamado por sus componentes habían declarado su independencia de las artes decorativas tradicionales. Un grupo de talentosos escritores como Arthur SchnitzlerHugo Hofmannsthal y Peter Altenberg, trabajan juntos en cafeterías, escribiendo historias agridulces sobre la inmoralidad y superficialidad características de la época. También en Viena, Ernst Mach y Sigmund Freud desarrollaban nuevas ideas sobre la personalidad con la idea del inconsciente y el poder de los impulsos sexuales. Surgió una forma de pensar totalmente nueva. Es como si al antiguo orden se le hundiera el suelo bajo los pies.

Richard Strauss

En las obras anteriores a Salomé y Elektra(1909), en sus poemas sinfónicos, explorará y explotará el cromatismo wagneriano.
En Viena resultaba difícil saber quien era conservador y quien radical. Era difícil saber donde nos encontrábamos. Cuando el arquitecto Adolf Loos pidió casi como en un rezo que se despertara a los artistas de su autocomplacencia y comodidad, Richard Strauss estrena el 25 de enero de 1909 nada menos que la inquietante ópera Electra con libreto de Hugo Hofmannsthal. Una de las obras mas desconcertantes que se hayan escrito jamás. No habría podido ser obra de un filósofo profundo, solo podía ser obra de un pragmático, de una forma clara y distinta de pensar que fue capaz de reflejar lo que ocurría a su alrededor, casi sin pensarlo.

Esta pieza es fruto de una reacción y no de la reflexión. Uno de los temas de la época era la mujer demente. No se trata de misoginia sino de una de tantas reflexiones sobre el poder del inconsciente. Elektra es la mujer psicótica, peligrosa. La imagen de la arpía que todo lo destruye y devora. Clitemnestra, madre de Elektra ha asesinado a su esposo Agamenón, padre de Elektra. El tema de la ópera es la venganza de Electra. La obra está poseída por la pesadilla y el pánico. Tiene la pesadilla arquetípica de la Viena de fin de Siglo. Todo es tan exagerado y tan cercano al mismo tiempo que aún produce desazón verlo. Strauss a su manera brillante, abrió el camino para toda una nueva escuela musical. Casi sin pensarlo demostró cuan lejos podía ir la música si abandonaba las certezas de la tonalidad. Elektra fue radical en su momento y seguro que Strauss noto cuan espantoso y solitario era aquel espacio de tonalidad libre porque jamás regresó a él. Le dejó a Arnold Schoenberg el revolucionario trabajo.

En Richard Strauss, la Escuela de Viena pudo ver la profesionalidad, el virtuosismo y el excelente oficio, pero no la entrega vehemente y con fe a una vanguardia aún desconocida para la que Strauss, mentalidad burguesa por excelencia, estaba de alguna manera negado. Muchos siguen viendo sin embargo en la música de Richard Strauss un espíritu libre que se negó ha componer otra música que fuera la que él deseaba hacer. 
Strauss, en su evolución, nos recuerda más a la próspera generación de Bismarck y de la época de seguridad, que a toda una generación rebelde, disconforme y plena de inquietudes estéticas anterior a la Gran Guerra, y que es la que, necesariamente, habría de tomar el timón de la vanguardia.
Sin embargo hay mucho de Strauss, en lo más avanzado de Electra, en el Schoenberg de Erwartung (1909) y en el Berg de Wozzeck, (1914-22) pero paulatinamente y en la escena, el Strauss amante de Mozart, como lo fue siempre, se va decantando con el paso de los años hacia un cierto nostálgico clasicismo.

En Max Reger y Hugo Wolf nos encontramos con dos mundos diferenciados: ambos son herederos de Wagner. El primero es armonista sabio, y el segundo vive el fin trágico de la demencia, con la conocida superproducción genial de sus lieders o Canciones inmediatamente antes del desastre.
Reger tiene asumido mucho del cromatismo, de la armonía avanzada de Wagner. Se moverá entre un lenguaje armónico de enorme audacia y personalidad que introduce un cromatismo de gran inestabilidad tonal. Pero, y esto es importante, no desdeña a Brahms y vuelve sus ojos a Bach, lo que le convierte de alguna manera en un compositor pre-serial, muy inmediato al Schoenberg asimilador de los viejos procedimientos contrapuntísticos. Camina en una tendencia formal conservadora que ve en las audacias de Mahler o Strauss una infidelidad a las tradiciones musicales alemanas y se decantará, en este sentido por una postura constructiva y formal, por una línea similar a la de Busoni y su espíritu del "Nuevo Clasicismo" desde el que se reivindica a Bach, a Beethoven y a Brahms sin desdeñar la asunción de formas como la Fuga o la Variación concebidas formalmente en el viejo estilo.

Hugo Wolf muestra una influencia literaria decisiva que le separa de Reger, en muchos sentidos su antítesis, pero que le acerca a su amigo Gustav Mahler y al primer Schoenberg. Sus lieder o canciones son de una enorme sutileza armónica que, además, se adecúa con gran sensibilidad al texto y al devenir melódico. 
Un poco en esta línea, podríamos constatar la existencia de Busoni, también conocedor personal de Mahler, que presenta una de las primeras manifestaciones de vanguardismo libre, original y antirromántico. Busoni también llama la atención sobre el contrapunto en su obra, "Esbozo para una nueva estética musical". Busoni cuestiona ya definitivamente (aunque siempre sobre el papel) a la vieja tonalidad, y sus planteamientos generales son tan sugestivos como revolucionarios, pero nunca pasaron de ser en este compositor, de un intelectualismo teórico.

Gustav Mahler

Pero la huella más “visible” hasta el primer Schoenberg, y también hasta el primer Alban Berg, es precisamente la wagneriana, pasando ante todo por un hito fundamental que es Mahler (para muchos sin duda el prólogo inmediato a la Escuela de Viena.)

Mahler, posiblemente, una de las mejores “lecturas” de Wagner. Mahler recoge en vida y obra al mejor Wagner, a ese Wagner de la revolución, rebelde, anarquista, romántico e hipercrítico para con su mundo presente, como también asume al Nietzsche que está en esos momentos en las cabezas pensantes de la Europa previa a la Gran Guerra.
Mahler fue uno de los mas fieles admiradores y seguidores de Schoenberg y de sus radicales experimentos figura de transición pero central, no solo en Viena sino también en estos primeros años de la música del siglo XX.
Mahler anti burgués se olvida de la moderación y la restricción convencional, pero la vivencia wagneriana está aquí presente, catalizando al primer Schoenberg de la Noche Transfigurada (1899) o los Gurrelieder (1901), o anticipando, desde la Séptima Malheriana (1904-05), la Sinfonía de Cámara (1906) del joven compositor vienés.
Un poco perplejo ante Schoenberg, cuyos planteamientos estéticos no comprendía ni podía compartir, no asfixia ni dogmatiza, sino que le ayuda incluso económicamente, desde la creencia de lo que, posiblemente, intuyó como necesario futuro. A cambio, tanto Schoenberg como sus alumnos Berg o Webern así lo reconoció el primero más de una vez, sienten un sincero entusiasmo hacia las sinfonías de Mahler que no es, ni de lejos, tan incondicional hacia otros compositores.
Su música está impregnada tanto de una profunda nostalgia del pasado como de una intensa y futura modernidad. Ahí tenemos el tercer movimiento de su séptima sinfonía , pieza nocturna, un viaje a través de la noche hacia un día deslumbrante pero efímero y peligroso. Ese movimiento tercero lleva la indicación : "Sombrío". Y es una pesadilla. Y es que la noche es una constante en estos primeros años del siglo XX.

Recordamos a Pfitzner, defensor a ultranza de las últimas esencias del romanticismo. Militó siempre en una posición anti intelectual que creía a pies juntillas en la inspiración como supremo ente creador. Su figura se situará, y no es casual, entre los más polémicos detractores de Schoenberg y de su Escuela.
Pfitzner, a través de importantes obras teóricas como “El Peligro Futurista”, observa con terror que tras Wagner, y con la Escuela vienesa, estaba sobreviniendo la más espantosa profanación de Euterpe que cupiera imaginar en la historia de la música. No pudo dejar de ver en la nueva integración sonora, otra cosa que la falta de espontaneidad y, después, un conjunto de reglas artificiosas y arbitrarias, que suplantaban a lo que había sido el “plan” musical único e indiscutible en la historia de la música: la “inspiración”. Posteriormente, la creación del método serial dodecafónico por parte de Schoenberg a partir de 1923, no haría sino aumentar en muchas mentes musicales de Europa este mismo sentimiento hostil que pudo sentir Pfitzner, generándose así una reacción que se prolongará durante muchos años.

Primeros años de Arnold Schoenberg

Schoenberg y La Escuela de Viena ofrecerán, por consiguiente, su alternativa a una “necesidad” preexistente, no como incapacidad creadora, como pudo verlo Pfitzner, sino como la obligación coherente de un compromiso estético adquirido. 
Schoenberg expondrá este extremo con claridad, y no sin un cierto sentimiento de añoranza, cuando dice: “…No me ha sido dado el poder seguir escribiendo al estilo de mi “Noche Transfigurada”, de los “Gurrelieder” o de “Pelleas”. El destino me ha impuesto un camino más duro. Siempre ha vivido en mí, sin embargo, el deseo de volver a componer en el estilo antiguo y de vez en cuando he cedido ante él…”

Stuckenschmidt, en un sentido similar, puede hablar del talante “no revolucionario” de Schoenberg, Alban Berg o Anton Webern, refiriéndose, a que “no se consideraban en absoluto como revolucionarios, sino como portadores de la antorcha de una tradición sagrada que tenían que conservar, desarrollando las consecuencias extremas del clasicismo y del romanticismo”. Para compositores como Schoenberg, Webern y Berg la idea de abandonar la tonalidad no significaba la destrucción de las antiguas leyes sino que representaba la posibilidad de avanzar y hacerse con nuevas energías. El propio Webern habló más tarde de esa época, de los años de la preguerra para referirse a un momento en que cuaja la idea de un alejarse volando de la tierra como un joven pájaro, sin alejarse demasiado para sentirse seguro pero sí lo suficiente como para ir adquiriendo fuerza y audacia.

Si simplemente abandonamos la certeza de un acorde y la certeza de la escala que nos parece simple y natural y nos trasladamos a un mundo en el que las notas no tienen jerarquía, en el que no se empieza con la tónica, y se continua con la dominante y se vuelve a la tónica, sino que las doce notas, son iguales, y conviven en una especie de orden musical “democrático” entonces estamos en la música del siglo XX.

No fue pues fácil, el camino para los compositores vieneses. Su procedencia es la de un romanticismo agonizante que obedece ya no sólo a unos criterios técnicos y constructivos caducos, sino a una sensibilidad estética e intelectual que entrará en crisis, ante todo tras la Primera Guerra Mundial. En los años previos a la Primera Gran Guerra, asistiremos en Alemania, al final de una mentalidad que se había nutrido de conceptos programáticos, expresivos y extra musicales, típicos del romanticismo. Es el  final de esa mentalidad que mantenía Pfitzner que entendía que el origen del arte procede del inconsciente y de la inspiración,  que se otorga como una gracia y que por lo tanto, la capacidad y el esfuerzo intelectual en la composición, es un esfuerzo vacío.

No obstante, el Schoenberg que en 1906, a los treinta y dos años, se inclina "ante la grandeza" de la Sexta Sinfonía de un Mahler aún vivo, ha de pasar, durante varios años por el espíritu del "tránsito". El mismo reconoce en obras como su sexteto, Noche Transfigurada o los Gurrelieder, el modelo de la "melodía infinita" wagneriana, o un desarrollo de la variación típicamente brahmsiana. Igualmente Schoenberg en sus primeras obras continúa la inercia orquestal hipertrófica en el caso de los Gurrelieder, o el poematismo con ribetes de Strauss en Pelleas (1903). Pero no se trata de un continuismo sin más; son, por una parte, las últimas especulaciones con un cromatismo hiperdesarrollado y, por otra, la estética expresionista del período atonal que se atisba con claridad.
Boulez, se refiere a este período de Schoenberg como “una exasperación del romanticismo que termina en barroco flamante”, pero que al poco tiempo invertirá sus premisas anteriores: sobrevendrá cada vez más la reducida orquesta de cámara y el contrapunto. Una cada vez mayor severidad y una mayor transparencia desde la economía de medios, que llegará a la máxima economía y luminosidad en Anton  Webern.

El joven Arnold Schoenberg formaba parte de aquel ambiente, imbuido totalmente de las ideas del romanticismo. Había heredado el mundo de Wagner como tantos y sentía que no le quedaba mas remedio que seguir adelante y demostró cuan lejos podía llegar la música si ésta abandonaba las certezas de la tonalidad. De su “Noche Transfigurada” se dijo por la crítica: es como si se hubiera tomado la partitura de Tristán e Isolda cuando todavía estaba húmeda y la hubiera emborronado. La Noche Transfigurada es un viaje armónico de complejidad tortuosa en la que la tonalidad se fuerza a tal extremo que comienza a perder forma y comenzamos a sentirnos perdidos.

Volvemos a La Noche a lo Sombrío, constante en la obras contemporáneas de estos primeros años como veíamos en el movimiento tercero de la Séptima de Mahler. Si durante el siglo XIX la imagen de la Noche y la del Bosque representaron algo espiritual, que curaba, que daba fuerzas, adonde se iba a buscar alivio, en algún momento de finales de siglo, la noche se convirtió en un lugar de miedos y peligros psicológicos. Se transformó en un lugar de sombras donde nos posee el poder del inconsciente. Es un mundo de pesadillas. (Claramente en Erwartung - La Espera de Arnold Shoenberg)

Durante los últimos años del siglo XIX, uno de los grandes temas que se trata en todas las artes es el ansia de la muerte y la añoranza del olvido. En la música de Schoenberg, se vuelve al recuerdo de una certeza que ya no puede existir. Oímos las dudas y miedos, su preocupación obsesiva por el oscuro y solitario camino que recorría. Su dolor y su nostalgia del romanticismo del Siglo XIX que había dejado atrás. En Las Cinco piezas para orquesta opus 5 (1909) o otras tantas de esa época parece que  flotamos en un mar de tonalidad indefinida. Los rasgos de la nueva música están aquí, con esa súbita sensación de repetición obsesiva. Lo más inquietante, incluso en la época de Freud, es la impresión de que esta música surge, ya desarrollada, directamente del subconsciente.
Hay que imaginar a un artista en medio de todas aquellas posibilidades, produciendo un arte fantástico pero sin fundamento, sin una disciplina sobre la cual trabajar. También le tocaría a Schoenberg tras finalizar la Primera Gran Guerra, la tarea de encontrar algo que sustituyera a la tonalidad y a la armonía y encontrar una estructura sobre la cual se pudiera trabajar, pues de hecho la lógica de la libertad total lleva a la locura.



Video y exposición acerca de estos primeros años de la música del siglo XX en el ámbito germánico por Sir Simon Rattle.
Enlace al video : https://www.youtube.com/watch?v=9BR-8VS3W4g



Acerca de Mahler como figura de transición: Fragmento Der Abschied - La Despedida de su obra La Canción de la Tierra. Por Sir Simon Rattle.



viernes, 27 de diciembre de 2019

Hacia el nuevo mundo sonoro del siglo XX. Panorama


Nacimiento y orígenes de la música del siglo XX. Breve panorama europeo.

  • Cromatismo y agotamiento de las formas clásicas
  • Hacia la disolución de la tonalidad: Atonalismo, impresionismo y nuevos ritmos y danza rusa.
  •  Los baluartes de la tradición romántica: Inglaterra. Escandinavia.


Hacia la segunda mitad del siglo XIX, Wagner había alcanzado el punto culminante en el desarrollo del lenguaje tonal, y Brahms hacía lo propio desde el terreno de las grandes formas heredadas del clasicismo y del romanticismo. Uno y otro habían llevado la evolución musical a un punto sin retorno. La acción de un intenso cromatismo armónico, y la utilización de un procedimiento diferente de construcción melódica van oscureciendo los puntos de referencia de la música tradicional. De esta forma se ha llegado a mediados del siglo XIX, en Wagner y sus seguidores, a tal situación de ambigüedad tonal que pone muy difícil la tarea, continuista o renovadora, de los compositores posteriores. 
Brahms hace lo propio desde el terreno de las formas clásicas. Llega a tal grado de asimilación y perfección, que no extraña que Debussy considere que haypoco que decir en la sinfonía y la sonata después de Beethoven y Brahms. 
Durante el estreno de la Sinfonía nº 8 de Mahler, Debussy abandona la sala, cansado ante lo que él considera , el gigantismo y la hipertrofia de la forma.


Hacia la disolución de la tonalidad.


Hacia finales del siglo XIX y en poco menos de dos décadas del siglo XX, quizás las más convulsas de la historia de la música, se iba a consumar la disolución o ruptura de la tonalidad tal y como ésta había sido entendida entre 1700 y 1900. La ruptura no se produce de una forma brusca, sino que tiene su causa y su herencia en el siglo XIX y culmina en el siglo XX, en especial hasta la Primera Guerra Mundial: La agónica y progresiva expulsión de la tonalidad. Un lento abandono de la estabilidad tonal, del centro tonal, que a lo largo de siglos había ofrecido seguridad a nuestros oídos, a nuestra sensibilidad.
El origen se remonta al siglo XIX, siglo en el que se dejó de hablar un lenguaje común y universal, que era el propio del siglo XVIII, y cada compositor va a  emprender un lenguaje cada vez más personal y expresivo, característico de la individualidad romántica. El siglo XX hereda un sistema tonal agitado en sus bases y encaminado ya hacia su total destrucción. La ruptura final era inevitable, y fueron los logros y las imposiciones del nuevo siglo las que dieron el toque de gracia y las que cargaron con las consecuencias. Pero el, rasgo más importante que rodeó a la música del siglo XX ha sido, sin ningún tipo de duda, el movimiento que se dio más allá de la tonalidad funcional, y en menor medida, más allá de las formas musicales tradicionales asociadas a ella. Ambos cambios alcanzaron nuevos tipos de organización tonal a través de nuevos medios, o de sistemas atonales basados en nuevos métodos de composición.

En anteriores entradas se ha visto lo sucedido a la música Alemana, Francesa y Rusa en la Europa postromántica y postwagneriana. Seguimos en esos tres frentes cuando nos encaminamos hacia la música del siglo XX que si por algo se caracteriza es por ser el siglo del abandono de las certezas. La música como el resto de las artes no hace sino reflejar su época. El siglo XX fue un siglo de migración masiva y exilio. Toda certeza, tanto social como política, artística y científica fue progresivamente abandonada. La música, de innumerables formas abandonó también sus certezas en relación con los siglos anteriores. Abandonó estructuras y formas musicales que comenzaban a anquilosarse, imágenes y armonías predecibles que habían sido sus compañeras de siempre. La reconfortante jerarquía de la tonalidad, la estabilidad del ritmo, la forma clásica, dejaron de ser certezas. 

El sueño romántico está a punto de quebrarse. Vamos a asistir al final de la música como confesión personal, al final de la música con significado y al espíritu sentimental de la música romántica. 

Al menos tres escenarios europeos marcan las tendencias estilísticas y el golpe de gracia al romanticismo y a la tradición tonal en las dos primeras décadas del siglo XX. 

Por una parte el despertar de la música contemporánea con el grito de angustia del áspero atonalismo de Arnold Schoenberg (1874-1951), y la escuela de Viena en su época temprana (Webern , Berg ). 

Por otra parte, la tonalidad se evapora en el impresionismo de Claude Debussy (1862-1918) y en la elegancia de Ravel. 

Finalmente, la experimentación rusa con Mussorgsky y Scriabin y el afán de pureza y objetivismo, con los nuevos ritmos y danzas de Igor Stravinsky (1882-1971) Sin menospreciar el impacto del húngaro Béla Bartok. 

Desde dos centros neurálgicos se irradia el nuevo arte: Desde Viena, conservadora y al tiempo un hervidero literario y musical y desde el París desenfrenado de la Belle Époque

Arnold Schoenberg, Claude Debussy e Igor Stravinsky, conducen esta evolución precipitada que transformará el panorama musical europeo hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, dejando sus impronta en los años venideros. Tres vías, con desigual éxito e implantación, marcan los maravillosos y prolíficos primeros veinte años de siglo ante las reticencias del público, el asombro de la crítica y el entusiasmo de vanguardias y compositores.

En el ámbito germánico, Wagner, inicia un camino sin retorno con Tristán e Isolda, sin olvidar las últimas y premonitorias composiciones de Franz Liszt; Caminamos hacia un mayor cromatismo y una mayor desestabilización de la tonalidad en la línea de Mahler, Reger y Richard Strauss. Pero sobre todo Arnold Schoenberg y su escuela llevan hasta sus últimas consecuencias el cromatismo wagneriano. El feroz expresionismo de Schoenberg, asesta un golpe mortal a la certeza tonal casi en vísperas de la 1º Guerra Mundial.

En Francia, las últimas obras de Gabriel Fauré, La Exposición Universal de 1889 y el pabellón dedicado al arte oriental convoca el fervor de los pintores impresionistas y de los escritores simbolistas y alumbra las nuevas propuestas de Debussy y Ravel. Entre vapores, colores y perfumes, el impresionismo musical, lejos de ser como muchas veces se cree el canto de cisne del último romanticismo, asestaba otro certero golpe a la tonalidad y a la estética hipercrómatica del postromanticismo. 

En este panorama no podemos menospreciar el caso Wagner; su influencia aplastante en el devenir de la música del siglo XX no pasa desapercibida. Desde Paris hasta Viena, la influencia wagneriana es apabullante; sin dicha influencia no son explicables las posturas primero sumisas y luego de revuelta contra el wagnerismo tanto del joven Debussy como del joven Schoenberg, ambos herederos de Wagner.

Al este de Europa, Rusia permanece inmune a la influencia wagneriana. Rusia se debate en la época de Balakirev entre nacionalismo y el cosmopolitismo (occidentalismo), pero todos los rusos hacen un frente común frente a Wagner. En el Este se desarrolla la experimentación rusa con Moussorgsky, el misticismo postromántico de Scriabin y el politonalismo, y antirromanticismo del joven Stravinsky que permanece inmune a la influencia wagneriana.
El París de la Belle Époque y la fuerza primitiva de Rusia son dos escenarios que se encuentran y confluyen gracias al genio de Stravinsky, los Ballets Diaghilev y la conmoción que causa el estreno de  Boris Goudunov en Paris y en la conciencia del joven y todavía wagneriano Debussy que pronto abandonará a su ídolo.

Junto a esas tres grandes corrientes de la música del siglo XX conviven con toda naturalidad otras en la música de otros muchos compositores que continuaron escribiendo música tonal a la manera tradicional, vinculados en mayor o menor medida a la tradición tonal. Por lo que sería injusto considerar la música del siglo XX solamente desde la perspectiva de la disolución de la tonalidad.
Debemos de precisar desde este momento que aunque gran parte del edificio romántico se hundió en los inicios del siglo XX, el romanticismo va a prolongarse durante casi medio siglo más, en una resistencia implacable contra las nuevas tendencias musicales contemporáneas. Para que nos hagamos una idea, el heroico Richard Strauss muere como romántico en 1949. Jean Sibelius compone su Séptima sinfonía en 1926. Elgar compone su dramático concierto para violonchelo en 1919. Los ejemplos podrían multiplicarse y lo veremos en su momento.

El postromanticismo se adentra con generosidad en el siglo XX y encuentra su caldo de cultivo en la música del Norte de Europa (Inglaterra y Escandinavia). Desde estos centros opera un fuerte sentido tradicional frente a la revolución de Schoenberg en Viena y de Debussy y Stravinsky en Paris. El gusto de los ingleses por la gran forma les lleva al redescubrimiento de Brahms y al enaltecimiento de la música de Sibelius. Los ingleses permanecen fieles a los postulados románticos y a la gran forma, donde encuentran su fondo de intimidad. La casi totalidad de la música inglesa hasta Vaughan Williams (1872-1958) , gira en torno a la música alemana como en el caso de Elgar (1857-1934), con Wagner y Brahms como protagonistas de su influencia. 

Bennet, Elgar, Waugan Williams y Gustav Holst constituyen una solida generación postromántica en Inglaterra. No van a participar de la preocupaciones musicales que se desarrollan en los centros neurálgicos que son Paris y Viena. Rebeldía sin demasiadas preocupaciones ante la música contemporánea.

Vaughan Williams ya intenta una asimilación inglesa del sinfonismo. Con solapados guiños al folclore inglés, utiliza una melodía clara y brumosa a la vez, muy sugestiva y más serena y segura que la de Delius (1862-1934) diez años más viejo que Williams que intenta recoger las modas poemáticas con un cierto pintoresquismo a lo Grieg. Holst (1874-1934), intenta aliar un temperamento postromántico y poemático no muy lejano de Scriabin. 

Los escandinavos por su parte mantienen con firmeza el sentido de la forma romántica y su gran preocupación estriba en llenar de espíritu popular el cuadro sinfónico. No es el impresionismo de Debussy el que actúa sobre el folclore escandinavo, sino Brahms el que aparece como ideal. Este islote romántico y sinfónico encuentra su cabeza visible en el finlandés Jean Sibelius (1865-1957) y el danés Carl Nielsen y su sinfonismo poemático y expresivo.

En Rusia después del dulce postromanticismo de Tchaikovsky, encontramos a finales de siglo la inquietante figura de Scriabin (1872-1915) y el melancólico y lírico estilo de Rachmaninov.(1873-1943). Scriabin desdeña el nacionalismo, hace un piano ultrarromantico de gran refinamiento armónico y en la música sinfónica mezcla el ascetismo y la exaltación cromática, dejándose llevar por un excesivo sentido poemático muy propio del postromanticismo.

sábado, 23 de abril de 2016

Ópera , solo ópera fin de siglo . El verismo. Giacomo Puccini

Verismo y antecesores : Arrigo Boito. Ponchielli. Alfredo Catalani

Los Veristas : Mascagni - Leoncavallo - Umberto Giordano

Giacomo Puccini. Vida y hombre - Rasgos de su obra - Valoraciones de sus obras - Personajes y Libretos - Arias , argumentos y enlaces

Con el estreno de Falstaff, en las postrimerías del siglo XIX, parece cerrado el gran ciclo de la ópera romántica italiana. Falstaff es una obra solitaria, sin sucesoras y algo específicamente determinado por el genio pasmoso de Verdi. El público europeo seguía adherido al repertorio tradicional.

En este fin de siglo, de Madrid a San Petersburgo, la ópera italiana monopoliza el gusto normal de la clase alta y de la clase media. En los últimos años del siglo, Nueva York aparece ya como la meta de empresarios y artistas. América, un pueblo joven, descubre lo que en Europa  empieza a tener un aire marchito. El Metropolitan se convierte en El Dorado para los cantantes italianos.

VERISMO

En este contexto fin de siglo, aparece el verismo que va a ser un fenómeno breve y de ocaso de la ópera romántica italiana. Ya durante la década de 1870 y después, hubo unos pocos compositores que compusieron óperas que se han convertido en piezas del repertorio. Son compositores que se han convertido en autores de una sola obra. Arrigo Boito (1829-1918) con su versión revisada de Mefistófeles en 1875 donde ya es posible rastrear el comienzo del verismo; Amilcare Ponchielli presenta la Gioconda en 1876. Alfredo Catalani tiene solo dos óperas principales, Loreley ( 1880 ) y La Wally ( 1892), que fueron desplazadas por Puccini y los veristas y rara vez se las escucha fuera de Italia. Y todos ellos oscurecidos por Verdi.

El verismo, trata de suprimir el convencionalismo y todo elemento accidental en la ópera, poniendo, en cambio en el canto toda la crudeza de la vida. Al verismo le interesa sobre todo que la obra esté llena de potencia dramática. Los dramas veristas, prescinden del argumento, legendario y literario, para inspirarse más en el folletón o en la tragedia rural.

El éxito en el contexto de la época del verismo será pasajero y se beneficia sobre todo de la reacción antiwagneriana y de la moda naturalista. Capri, define muy italianamente el verismo : “la nota psicológicamente dominante nell´opera verista, fu l´amore, non cerebralmente raffinato o pervertito, como in Debussy e in Strauss, ma sentito ed espresso elementarmente, come ebbreza o spasimo della carne bramosa, gelosa, tradita, fremente, sanguinante, crudele.” Que viene a querer decir “La nota psicológicamente dominante en la ópera verista era el amor, no cerebralmente refinado o pervertido, como en Debussy o en Strauss sino sentido y expresado de forma primaria y elemental, como embriagado o como espasmo de la carne, ávida, celosa, traicionada, temblorosa, sangrante, cruel.”

El verismo persigue el realismo, a menudo reviste a sus personajes con atuendos contemporáneos, utiliza argumentos con inclusión de personajes humildes en lugar de aristócratas, se complace en la violencia cruda en escena y describe la acción y los estados de ánimo en una música de sombríos sentimientos. 
La ópera italiana, que ha llevado al pentagrama la gran novela romántica, quiere ahora con el verismo asimilarse a la corriente naturalista que hacia furor en Europa gracias a Emile Zola.

LOS VERISTAS

La nueva escuela de los veristas apareció durante la década de 1890 y al menos nos ha ofrecido dos obras de jerarquía. Todavía se representan juntas hoy las dos óperas veristas por excelencia: Cavalleria rusticana (1890), de Mascagni  y  Pagliacci (1892), de Leoncavallo

Estas dos obras veristas triunfaron rápidamente en Europa, incluso en Alemania, en donde compositores como D´ Albert, con Tierra Baja, tratan de imitar este estilo verista.

Dentro de la tónica verista, pero con horizontes de mayor dignidad  técnica se presentan algunos compositores italianos. Entre ellos hemos de citar a Umberto Giordano (1867-1948), que en Andrea Chenier,  (1896) intenta juntar la fuerza dramática con refinamientos armónicos y orquestales. Aunque la acción de Andrea Chénier está situada durante la Revolución Francesa, exhibe tantos elementos realistas que se la incluye en esta escuela.

Sinopsis Andrea Chenier : www.operamania.com


Umberto Giordano :Andrea Chénier - La Mamma Morta
La mamma morta" Andrea Chenier 

Fedora - Umberto Giordano

Umberto Giordano : Intermezzo from Opera '' Fedora '' for Orchestra
Umberto Giordano - Fedora - Amor ti vieta


También es verista la Francesca da Rimini de Zandonai (1883-1944)

La ópera verista no duró mucho más de una década; la moda fue corta y sin trascendencia. La mayoría de sus compositores, son hombres de una sola obra, más o menos como lo habían sido sus predecesores. Mascagni no presenta ningún factor nuevo de inspiración y de técnica capaz de hacer escuela.

Parte del gusto moderno en el siglo XX tiende a desechar la ópera verista por entender que es excesivamente histérica y melodramática, aunque Cavalleria rusticana y Pagliacci no han mostrado signos de perder popularidad.
Giacomo Puccini (1858  - 1924)

La vida y el hombre

Nace en Lucca el 22 de diciembre de 1858, y fue el último del linaje de cinco generaciones de músicos respetados en la ópera. Creció como es natural a la sombra de Verdi, fuerza total y dominante durante la segunda mitad de siglo XIX.

En el final de su vida, escribe a un amigo: “Dios todopoderoso me tocó con su dedo meñique y dijo: “Escribe para el teatro – recuérdalo, solo para el teatro. – Y yo he obedecido el mandato supremo.” Al morir contaba con una fortuna, disponía de todas las oportunidades deseables para jugar al póquer y satisfacer su pasión, por las lanchas veloces, los automóviles rápidos y las mujeres temerarias.

Cierta vez se describió a sí mismo como un enérgico cazador de aves silvestres, libretos de ópera y mujeres hermosas. No le atraía mucho la política, ni el mundo que le rodeaba. Tampoco estaba muy interesado en la escena musical ni en los compositores jóvenes, ni en los ya consagrados. No era conservador ni revolucionario. No perteneció a círculo musical alguno y tampoco es una figura representativa del verismo. La politonalidad, el neoclasicismo, el futurismo, el impresionismo, la dodecafonía eran estándares de combate que lo dejaban indiferente. Pero a  Puccini le gustaba “asimilar” y por ello a pesar de esto, había examinado la música de clásicos tan modernos en obras como Pelléas y Melisande de Debussy , y Pierrot Lunaire de Schoenberg. En términos musicales, debió poco a nadie, y éste es uno de los milagros que se manifiestan en el compositor de la Bohème, Tosca y Madame Butterfly.

Rasgos sobre la obra de Puccini

Las óperas de Giacomo Puccini, dan al verismo modernidad escénica, no tanto por una preocupación teatral, sino más bien  por un sagaz entendimiento de la sensibilidad del público. Puccini es un melodista extraordinario, y le asegura el triunfo una intuición extraordinaria rellena de ternura espontánea. Puccini incorpora a la ópera italiana el elegante y refinado sensualismo de Massenet. Ese sensualismo influye en la línea melódica y en el ágil tratamiento de la orquesta. Detalles wagnerianos, impresionistas, toques exóticos, todo se recoge de forma natural en la obra de Puccini, al servicio de una escena que se mueve siempre con encantadora soltura. Una discreta modernidad sin problemas y una adecuación a la sensibilidad del público, son también parte de su estética.
Puccini coincidió de pleno con el movimiento verista, pero realmente fue bastante impermeable al verismo. En su música se encuentra relativamente poco de  la sangre y del estrepito del verismo. Cuando le interesaron ciertos aspectos del verismo, los utilizó, por ejemplo en Tosca y en Il Tabarro

Sus obras

Bohème (1896) y Madame Butterfly (1904)  puede que sean las óperas favoritas del repertorio, ambas equidistantes del exagerado verismo de Tosca (1900) y la ambición escénica de Turandot, su obra póstuma, terminada por Franco Alfano. Al lado de ellas, viven también Manon Lescaut (1893), obra a medio camino,  y el Il Trittico ( El Tríptico ) (1918) que es una colección formada por tres óperas: Il TabarroSuor Angelica y Gianni Schicchi. Cada parte de esta trilogía, pretende corresponderse respectivamente con el Infierno, el Purgatorio y el Cielo de la Divina Comedia de Dante del que se recuerda el tierno y lírico momento de la hermana Angélica.

En Bohème Puccini llena de música y de ternura a la novela de Murger, donde la construcción naturalista se salva por la gracia innata del ambiente que se recrea. Cuando se estrena Madame Butterfly estaba de moda un oriente de porcelana, fácilmente idealizado, familiar en el paisaje y en el convencionalismo, gracias a los relatos de Pierre Loti. A ese tono se ajusta la obra de Puccini, aunque dominado el convencionalismo por acentos humanos de la más noble altura.

En Turandot, Puccini intenta un exotismo distinto y mucho más ambicioso. Influido por el genial teatro de Moussorsky, Puccini construye un primer acto magnifico con el pueblo como protagonista. Después la acción se complica con preocupaciones dramáticas e instrumentales y donde no dejan de escucharse los encantadores acentos de Butterfly.

Turandot, no ha conquistado la misma popularidad de las otras obras de Puccini, aunque suponga un conmovedor esfuerzo. Turandot es la última ópera de Puccini, la mas densa y ambiciosa, e invariablemente la que produce un efecto impresionante si la soprano y el tenor tienen voz suficiente. Puccini no quiso en Turandot hacer un canto de cisne, sino comenzar para sí mismo una nueva etapa que recogiese los cambios habidos en la música europea, desde el triunfo y la popularidad de la ópera rusa hasta los nuevos acentos de perversidad y dureza inventados por la Salomé de Richard Strauss. Pero todo esto era extraño a la intuición simpática y fácil de Giacomo Puccini.

A pesar del sumo cuidado que concedió al detalle, a su artesanía musical, y a su sentido del teatro, muchos eruditos en los años 40  denostaban su música y al público amante de la misma. Se fundó un club de "Odiemos a Puccini" (Fausto Torrefranca) que profetizó que Puccini seria olvidado. Kermann en 1956 afirmaba que Tosca era un sórdido medio para impresionar y Turandot aún más sórdida y depravada que Tosca. Óperas falsas de cabo a rabo.

Pero la realidad trataba de una manera muy diferente a Puccini, y la popularidad de sus óperas no ha dejado crecer. Y es raro que una temporada en una importante casa de ópera no programe las tres grandes de Puccini (Bohème, Tosca, Butterfly ). Turandot y Manon Lescaut, no dejan de afirmarse e incluso una ópera otrora  despreciada, La Fanciulla del West atrae nuevamente su atención.
La sombría Il Tabarro, se aparta del esquema de sus obras mas significativas y es una obra emocional y acuciante. Se trata de la única incursión de Puccini en el verismo liso y llano, con sus sonidos del río, sus sentimientos directos en el estilo de Cavalleria rusticana y sus efectos veristas; y sobre todo la brillante y chispeante ópera Gianni Schicchi. Una ópera divertida que es una pieza del repertorio que viene a ser lo que Falstaff en la de Verdi . La Rondine es escuchada pocas veces. 


Pero tampoco encontramos en Puccini, elementos de Verdi y en absoluto hay aspectos de Wagner. Puccini se las arregló para crear un estilo personal e inimitable. Se puede decir que es el único compositor de su tiempo cuya música puede considerarse hasta cierto punto comparable con la de  Massenet. Puccini es un Massenet a la italiana en cierto modo, pero Puccini es una figura que muestra quizá más sensibilidad para el drama y un impulso melódico superior. Desde el punto de vista dramático, sus óperas tienen bastante en común con las de Massenet. Puccini, como Massenet, sabía muy bien cómo conmover los sentimientos de su público, y los dos lo hacían de forma evidente. 

Puccini, aunque se muestra seriamente preocupado por la legitimidad de la situación dramática sin embargo no esa su meta. Lo que ofrece realmente Puccini es la canción tierna y sensual. Alcanza de modo natural, de forma innata la melodía y por eso mismo puede afirmarse que es un compositor instintivo, pero en la esfera de la composición puede enseñarse todo, excepto el modo de crear una melodía inmortal. Rosa Raisa, una gran soprano dramática que creó el papel de Turandot, afirmó que después de varias décadas de cantar a Puccini y escuchar, invariablemente se sentía muy conmovida. “Con La Bohème empiezo a llorar en el tercer acto.”

Valoraciones sobre su obra

Músicos de la época acusaron a Puccini de componer óperas ingenuas y de orientarse hacia los instintos más bajos del oyente. A este respecto escribe Arnold Schoenberg: “hay medios artísticos y no artísticos superiores e inferiores…. Los incidentes realistas y violentos (como por ejemplo la escena de la tortura en Tosca) que son inexorablemente eficaces, no deberían ser utilizados por un artista, porque resultan demasiado baratos, demasiado accesibles a todos.”

Cierto que quien así lo desee, puede encontrar defectos en la óperas de Puccini. Quien así lo desee, puede ver en los últimos actos de las óperas una tendencia a la debilidad y a abundar en melodías repetidas. Están aquellos que abominan de las óperas de Puccini y pueden citar toda suerte de “razones válidas para su censura”. Pero nada de esto importa lo más mínimo. El genio de Puccini descubrió algo que induce a públicos muy diversos a  reaccionar intensamente y todavía en la actualidad es uno de los compositores más populares y queridos. Alcanzó ese éxito a través de la melodía, siempre irresistible, más un técnica de composición que fue más refinada de lo que suele creerse.

Personajes y libretos

El público reacciona también a sus personajes, y sobre todo a sus heroínas. Los personajes femeninos de Puccini, siempre son más convincentes que los masculinos. Puccini se identificaba con las mujeres. Mosco Carner, uno de sus biógrafos, escribe: “Si la base fundamental de las óperas de Verdi es un grito de combate, la de Puccini es una llamada de amor.”

El público también reacciona a los libretos que exhiben perfiles amplios y que se refieren a cuestiones elementales: amor, odio, separación, muerte. Lo mismo podría decirse respecto a los libretos de Verdi, pero los de Puccini aspiran a un nivel literario superior, y en general lo consiguen (siempre exceptuando Otello y Falstaff de Verdi)

Puccini nunca se embarca en las tortuosas complejidades de un libreto como Don Carlo  o Simon Boccanegra. Sus argumentos son fáciles, directos, y poblados con personajes que afrontan problemas que suscitan una reacción de empatía en todos los públicos.

Sus personajes y situaciones pueden resultar falsetes, pero es una falsedad grata de creer. Los cuatro jóvenes de la Bohème son los arquetipos de todos los jóvenes creadores que compartieron una buhardilla y soñaron proyectos grandiosos. (Parte esta autobiográfica.) Cuando era estudiante en Milán, Puccini compartió habitación con Mascagni, vivieron la vie bohème, comiendo a crédito en el restaurante Aida y protegiéndose el uno del otro de los acreedores. Puccini, empeño incluso un abrigo, como Colline hace en la Bohème. Con la diferencia de que Puccini necesitaba el dinero para salir una noche con una corista.

Cio-Cio-San ( Madamme Butterfly ) representa a todas las mujeres que han amado generosamente. Mimi ( Bohème ) se encuentra enredada en una relación amorosa que solo puede desembocar en la desdicha y es otro de los eternos de Puccini. Puccini, que conoció bien a las mujeres, jamás creo una figura acartonada. Sus mujeres son siempre muy humanas.


Para ampliar información acerca de las óperas de Puccini, libretos, argumentos , arias ...etc

Bohème 

http://iopera.es/la-boheme/

Bohème. Che gelida manina. Aria de Rodolfo ( act I ). Villazón
Bohème. Si, mi chiamo mimi. Aria de Mimi. Act I Netrbeko
Bohème . Che gelida manina - Si, mi chiamo Mimi ( Pavarotti - Fiamma Izzo d´Amico )
ohème. O soave fanciulla . Duetto Mimi-Rodolfo ( Villazón - Netrebko ) Act IB
Bohème. O soave fanciulla . Pavarotti & Fiamma Izzo d´Amico
Bohème. Quando men vo´Vals de Musetta. Act II. Netrebko
Bohème . Musetta´s Waltz . ( La Ritirata ) Acto II 3º parte . Ainoa Arteta
Maria Callas - Donde Lieta Uscì . Aria de Mimi Act III
Pavarotti & Panerai. O Mimí tu più non torni. La Bohème. Act IV. Rodolfo y Marcello
La Bohème - "Vecchia zimarra, senti" - Aria de Colline ( James Morris Act IV )
La boheme Pavarotti & Scotto- Sono andati . Act IV
Final Act IV Villazón - Netrebko

Tosca 

http://iopera.es/tosca/

Tosca -Recondita armonia- Placido Domingo
Recondita Armonia" - Tosca - Jonas Kaufmann
Tosca- Act I - Love duet Corelli, Nilsson - Mario, Mario! ( 1 )
Tosca - Corelli, Nilsson - Mario, Mario! Love Duet ( 2 )
Birgit Nilsson & Franco Corelli. Mario!!!. Tosca. G. Puccini love duet
Tosca -Quale occhio - Maria Callas, di Stefano
George London "Tre sbirri, una carrozza" Tosca. Te deum
Raimondi, Domingo, Malfitano - Tosca Act 2 - Torture Scene
Nilsson, Fischer-Dieskau, Corelli - Tosca:Torture Scene 1
Nilsson, Corelli, Fischer-Dieskau - Vittoria!...Torture Scene 2
María Callas - Puccini "Vissi d'arte" (Tosca)
Placido Domingo - Tosca - E lucevan le stelle
Franco Corelli - "E lucevan le stelle" - Tosca
Puccini Tosca Act 3 E lucevan le stelle Jonas Kaufmann
Luciano Pavarotti. E lucevan le stelle. Tosca. G. Puccini.
Franco Corelli - "E lucevan le stelle" - Tosca
Angela Gheorghiu - TOSCA final scene

Manon Lescaut 

http://iopera.es/manon-lescaut/

Giuseppe di Stefano - Donna non vidi mai- Manon Lescaut
In quelle trine morbide - Manon Lescaut -Renata Tebaldi
RENATA TEBALDI & MARIO DEL MONACO "Tu, tu, amore, tu!" Manon Lescaut
Puccini - Manon Lescaut - Intermezzo Act II
Maria Callas. In quelle trine morbide. Manon Lescaut. Giacomo Puccini
RENATA TEBALDI "Sola, perduta, abbandonata" Manon Lescaut
Maria Callas. Sola, perduta, abbandonata. Manon Lescaut. Giacomo Puccini.
Angela Gheorghiu - Sola perduta abbandonata (Manon Lescaut)

Il Tabarro 

https://es.wikipedia.org/wiki/Il_tabarro

L. Price & G. Bacquier "Perche non m'ami piu?" Il Tabarro Robert Merril. Scorri, fiume eterno! Il Tabarro

R. TEBALDI & M. DEL MONACO "È BEN ALTRO IL MIO SOGNO"

Suor Angelica


http://laopera.net/puccini/suor-angelica-puccini-plowright-gavazzeni ( Argumento )


Suor Angelica (Intermezzo)

Joan Sutherland "Senza Mamma" Suor Angelica

Gianni Schicchi

Kiri te Kanawa - O mio babbino caro - Puccini


Madame Butterfly

http://laopera.net/palco-en-la-opera/madama-butterfly-puccini-opera-completa ( Argumento )

Dovunque al mondo» - Acto I Duo Pikerton - Sharpless
Renata Tebaldi: Ecco. Son giunte al sommo del pendio Act I
NICOLAI GEDDA & MARIA CALLAS "Viene la sera" Madama Butterfly (Puccini)
Mirella Freni - Plàcido Domingo " Viene la sera " " Bimba dagli occhi pieni di malia " Act I
Puccini, Madama Butterfly, Vogliatemi bene -R. Tebaldi e C. Bergonzi Act I
Madama Butterfly - P. Domingo - M. Freni - " Vogliatemi bene " Act I

Madama Butterfly " Una nave da guerra " " Un bel di vedremo " -Mirella Freni ( Cio-Cio ) - Christa Ludwig ( Suzuki )
Maria Callas - Un bel di vedremo Act II
Tebaldi, Cossotto - Madama Butterfly Duet (Flower Duet)Act II
Una nave da guerra -Scuoti quella fronda di ciliegio (Flower Duet ) -Angela Gheorghiu, Enkelejda Shkosa Act II
RENATA TEBALDI & NELL RANKIN "Scuoti quella fronda" Madama Butterfly -
Madama Butterfly " Mirella Freni - " Che tua madre " Tu ! tu ! piccolo Iddio "
Renata Scotto "E questo?... Che tua madre dovrà..."act 2

Mirella Freni - Gia Il Sole Act 3
Chi Sia ?Rigai, Marti & Ausensi. Madama Butterfly. Act III. Giacomo Puccini.
J.Björling & M. Sereni "Io so che alle sue pene...Addio fiorito asil" Madama Butterfly Act III
Renata Tebaldi as Butterfly and Carlo Bergonzi as Pinkerton -Io so che alle sue pene (Madama Butterfly) Act III
Anna Moffo "Tu, tu, piccolo iddio" Final Madama Butterfly
Maria Callas - Madame Butterfly - Tu Tu Piccolo Iddio!
Renata Tebaldi - Tu? tu? Piccolo Iddio! de Madama Butterfly de Puccini
Io so che alle sue pene - Act III

Turandot 


http://iopera.es/turandot/ ( argumento-Libreto...)


Turandot 1: Act 1 Popolo di Pekino... Indietro Cani!
Turandot 2: Act 1 Gira la Cote!... Perchè tarda la Luna!
Turandot: O giovinetto! Grazia grazia!
Turandot Act 1 Maria Callas. Signore ascolta.
Turandot - Pavarotti - Non piangere Liu Act 1

Turandot Act II Dame Joan Sutherland. In questa reggia
Turandot : Act 2 Straniero, ascolta
Turandot Act II: Gloria, gloria, o vincitore

Turandot Act III Franco Corelli - Nessun Dorma
Turandot Act 3 Nessun Dorma!... Tu che guardi le stelle
Turandot Act III Elisabeth Schwarzkopf - Tu, che di gel sei cinta
Turandot Act III Tu che di gel sei cinta - Liù, Liù, sorgi!.
Turandot Act III Principessa di morte. Del primo pianot. So il tuo nome!
Turandot Act 3 Diecimila Anni al Nostro Imperatore!
Turandot, Act III: Del primo pianto...Diecimilia annial nostro Imperatore!


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