Cuando Europa está en la cadencia trágica
de la placida vida dieciochesca, cuando el historiador apunta de manera
constante la palabra revolución, Viena reúne y eleva toda la esencia del
cosmopolitismo. En una época que reúne todas las características del tránsito,
la música obtiene las características de estabilidad, de firme estructura que
permiten emplear la palabra clasicismo. Y de él Viena es la principal
protagonista. A partir de aquí y hasta el siglo XX, Viena es el eje de la
música Europea, de la alemana sobre todo.
Viena mantiene una posición equidistante de Roma y de Berlín. Es fácilmente
comprendida por Paris y aparece como rectora del barullo eslavo. Esto explica
su cosmopolitismo espontaneo y rector.
El clasicismo vienes se define esencialmente en la forma sonata. En ella se
juntan las dos corrientes esenciales de la música europea y alemana,
produciéndose el contraste entre la técnica barroca de la fuga y la primacía
melódica de la ópera italiana.
El esquema de la sonata clásica rebasa los límites del interés puramente
técnico para entrar en el repertorio general de las formas culturales. El
esquema de la sonata clásica se podría resumir así:
Primer tiempo
(Forma tripartita)
1- Exposición de los temas, presentado el segundo en el de la dominante o en
de relativo mayor, según sea el tono inicial.
2- Desarrollo a base de los temas , combinándolos en forma que van desde la
ornamentación a la profundización dramática de los motivos.
3- Reexposicion de los dos temas, el segundo en el mismo tono que el primero,
para concluir en la tonalidad inicial.
El segundo tiempo. Es escrito en forma de Lied o de
variaciones. En el primer caso, entre las dos presentaciones del tema se coloca
un breve intermedio en diversa tonalidad y carácter. En las variaciones se muestra
todo el saber ornamental de la época.
Tercer tiempo. (No aparece siempre en la sonata clásica)
Minueto.
Cuarto tiempo. Construido también con arreglo al
esquema del primer tiempo y más usualmente en forma de rondo, donde un motivo
se repite varias veces entre pequeños incisos bien contrastados en carácter y
ritmo.
El clasicismo vienes encuentra en Haydn,
en las sinfonías y en los cuartetos de los últimos años, la expresión
definitiva y característica. Papa Haydn, aparece modelado por su mismo tiempo y
realiza sin protestas el tipo de músico de corte, músico servidor,
desembarazado de excesivas preocupaciones En él se resume lo mejor del siglo
XVIII.
La sonrisa, la fe sin problemas, la placida visión de la naturaleza, la
perfección técnica, es técnica hija del racionalismo.
Mozart que está perfectamente inmerso en los afanes y sonrisa de Viena apunta a
horizontes más ambiciosos y más inseguros. Se rebela contra el tipo de muisca
de librea. Mozart lleva muy dentro los problemas musicales de la Alemania del
norte. Sienta muchas premisas románticas.
La diferencia esencial de horizontes entre Haydn y Mozart se ve en la ópera,
ya que Haydn las construye como los oratorios de acuerdo con los patrones
italianos (La Creación y las Estaciones,
son culminaciones personales de su estilo), y Mozart, en Don Juan y en la Flauta Mágica, apunta ya hacia un teatro romántico
y mas genuinamente alemán. Sin embargo, la cristalina claridad de la
construcción de Haydn consigue que su
influencia, más que la de Mozart, determine esencialmente el estilo del primer
Beethoven, bien fiel entonces al puro clasicismo vienés.
Durante un largo periodo de la música contemporánea del siglo XX se afianzo
la idea del anti romanticismo. Ni siquiera Beethoven estaba excluido del desdén
El paralelo redescubrimiento de J.S Bach traía como consecuencia no
pocas veces un desenfoque de la música misma. Sin embargo la música de Mozart
ha sido y es la única intocable. Desde los polos más opuestos recibe la
alabanza; es muy significativo, que la más
avanzada y más repleta de angustia, filosofía y literatura se demore en el
elogio a Mozart: Kierkegaard, Bart, Julen
Green, François Mauriac, el mismo Kafka
son buen prueba de ello. La escuela de Viena, incluso busca posibles raíces en
esa música. Desde que Mahler saca las óperas de Mozart de
una tradición anquilosada, temporadas y festivales (piénsese lo que significa Salzburgo
en nuestro tiempo) las colocan en primera línea.
LOS INSTRUMENTOS
Clavecín y Pianoforte
Cada época tiene su instrumento preferido y que resume
su espíritu. Cuando pensamos en el siglo XVIII, pensamos de inmediato en el
clavecín como resumen del ambiente cortesano, de lo ornamental , de la misma
levedad.. Adema en esa época es también un mueble a menudo precioso. Basta
ojear una historia de la música con grabados para darnos cuenta del papel
central de este instrumento.
El día dos de Junio de 1768 dio Juan Cristian Bach un
concierto en Londres con un clavicordio distinto llamado fortepiano; Mozart se
entusiasma con el nuevo instrumento, de manera especial con los fabricados por Stein.
En 1783 el empleo del metal en la construcción del pianoforte en su forma de
arcos de acero colocados en el espacio que mediaba entre el larguero y el arpa
con el fin de aumentar la resistencia contra la tensión de las cuerdas. Tanto
Mozart como Haydn y no digamos Beethoven en su juventud, intuyen lo que va a
significar el nuevo instrumento, más poderoso y más íntimo que el clavecín.
La Orquesta
Mozart y Beethoven adoptan y perfeccionan la reforma
orquestal de la Escuela de Mannheim
que, si por una parte, resume muy bien el concepto de orquesta como orquesta de
cámara, es mucho más abierta que la de
Bach y que evoluciona hacia la gran orquesta sinfónica.
Todo el mundo cita la descripción de la orquesta de
Mannheim del poeta Shobart que Viena
recogió con aplauso: “Su forte es un
trueno, su crescendo una catarata, su diminuendo un rio perdiéndose murmurando
en la lejanía, su piano un suspiro de primavera. Los instrumentos de viento
están todos colocados como tiene que ser: levantan y llevan o llenan y animan
el ímpetu de los violines.”
Esta orquesta fundamental para el clasicismo vienes,
desarrolla la variedad de combinaciones instrumentales en el estilo serenata
propia del mundo cortesano de la época. Nunca se debe olvidar este carácter
cortesano del que participa la misma guitarra.
El Órgano.
En la Iglesia protestantes y católicas, en los palacios,
el siglo XVIII coloca órganos enormes, de forma que vienen a rematar todo el
gran proceso barroco. La perfección técnica es realmente asombrosa. Las Iglesia
y las capillas reales, participan plenamente del esplendor ornamental del
rococó. Junto a la gran potencia que adquieren los órganos del siglo XVIII, hay
también la riqueza y multiplicidad de las combinaciones sonoras, los materiales
preciosos que se emplean para su construcción, de tal forma, que la historia
del órgano no solo es historia de los instrumentos, sino que, además en este
siglo, se liga estrechamente con las formas arquitectónicas y con la refinada
técnica del mobiliario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario