- Serenatas y Divertimentos. Serenata nocturna, Serenata Haffner y Posthorn y Pequeña música nocturna
- Los Conciertos y Obras Concertantes. Conciertos para violín. Sinfonía Concertante. Conciertos para piano. Concierto para clarinete
- Oberturas Operísticas
- Música de Cámara. Cuartetos. Adagio y fuga en do menor K 546 y Oda fúnebre
- Sonatas y Fantasias para piano
- Las Influencias de Mozart. Johann Christian Bach y Haydn
- Estilo musical
Serenatas y Divertimentos
En el siglo XVIII se
emplearán de forma indiferente ambos términos. En este género con Mozart
tenemos la impresión de encontrarnos en la frontera de otras cosas: la
formación requerida puede ser reducida e incluso reservada a algunos instrumentos,
especialmente los de viento o poner en marcha medios que son casi los de una
sinfonía. La confusión es fácil. La pequeña música de noche, es el
canto del cisne de un género que iba a ir desapareciendo poco a poco ante la
sinfonía. Culminación de un género, obra maestra de equilibrio y elegancia. Las
dos grandes serenatas, Haffner y la Posthorn, son
extraordinarias por su chorro melódico y por su exuberancia y marcan las cimas
de un itinerario tan atractivo como apasionante.
Serenata nocturna en
re mayor K 239
Serenata
Nocturna K 239
Serenata Haffner en re
mayor K 250
Serenata Haffner K 250 1/2 MacKerras
Serenata Haffner K 250 2/2 (Mackerras)
Serenata Haffner K 250 1/2 MacKerras
Serenata Haffner K 250 2/2 (Mackerras)
Serenata Posthorn en
re mayor K 320
Eien Kleine Nachtmusik
(Pequeña música de noche) en sol mayor K 525
Serenade in G major, K. 525 'Eine kleine Nachtmusik'
- I. Allegro
Serenade in G major, K. 525 'Eine kleine Nachtmusik' - II. Romance. Andante Serenade in G major, K. 525 'Eine kleine Nachtmusik' - III. Menuetto. Allegretto - Trio
Serenade in G major, K. 525 'Eine kleine Nachtmusik' - II. Romance. Andante Serenade in G major, K. 525 'Eine kleine Nachtmusik' - III. Menuetto. Allegretto - Trio
Los siete conciertos para
violín
son composiciones destinadas a su uso personal. En ellos Mozart se muestra
menos innovador que en sus conciertos para piano, pero se adapta con una
asombrosa habilidad al gusto del día, al estilo galante influido por Francia. El
concierto nº 5 es sin duda el más célebre y el más acabado de la serie.
Las posibilidades del instrumento son explotadas al máximo y más que en los
anteriores, pero siempre sin llegar a un virtuosismo ostentorio e inútil.
La Sinfonía
Concertante en mi bemol mayor K 364. Está escrita para violín y viola. Esta página
celebre y magistral muestra hasta que punto la estética de Mozart evoluciona
sin cesar. A la riqueza de la escritura orquestal, magnificada por esa
tonalidad en mi bemol mayor tan amada por el músico, solamente le iguala la
belleza de las melodías desplegadas en un dúo de una gran nobleza por los
instrumentos solistas. El segundo movimiento es una canto casi elegiaco, uno de
los momentos más bellos e inspirados de la música de Mozart que nos sumerge de
pleno en el romanticismo. Cuando se escucha repetidamente podemos evocar los
recuerdos del segundo movimiento del Concierto para violonchelo en la mayor Wq
172 de Carl Philipp Emanuel Bach.
Sinfonía concertante para violín y viola K 364
Mozart Sinfonía Concertante - Part 1
Mozart Sinfonia Concertante - Part 2
Mozart Sinfonía Concertante - Part 1
Mozart Sinfonia Concertante - Part 2
El Concierto para
clarinete y orquesta en la mayor K 622. Año 1791, a Mozart solo le quedan
unos meses de vida. Es el año de las grandes obras maestras, el último concierto para piano, el quinteto
de cuerda K 614, al que ilumina una inesperada alegría, el motete Ave Verum K 618, la clemencia de Tito, la Flauta Mágica y el
Réquiem.
El clarinete, una de
las más bellas conquistas de la orquesta del siglo XVIII y que Mozart va a explotar al máximo de sus posibilidades
en este concierto. Su sonoridad de plenitud inimitable solo igualada por su
ternura y la flexibilidad de un canto que nos hace olvidarnos del virtuosismo.
Fue escrita para un hermano francmasón y constituye un himno a la fraternidad
universal.
El concierto para piano es una forma desarrollada por
Mozart hasta que adquirió amplitud sinfónica, y después del K.271, no hay
uno solo de sus conciertos que no exhiba
una forma especial de elocuencia y de acabado virtuosismo; algunos son alegres
y felices, como el concierto en si bemol K.595, o el concierto en la mayor
K.488, incluso con su elegante movimiento lento; otros resultan sombríos y
románticos, por ejemplo el concierto en
re menor.
Cuando Mozart compone su primer concierto para piano a
los diecisiete años, el género ya tenía medio siglo y estaba repartido en tres escuelas:
Alemania del Norte, en la que reinaba Carl Philipp Emanuel Bach y que
atribuía al solista y a la orquesta un papel equivalente y las de Viena y
Londres cuyos portavoces, Wagenseil y Johann Christian Bach,
daban preferencia al solista. Al contrario que los compositores galantes que
destierran el movimiento lento, juzgado demasiado serio, Mozart adoptará por
regla general una estructura tripartita: un primer movimiento en forma de
sonata, exposición-desarrollo-reexposicion, estando concebido el desarrollo
como una transición antes de la relación de la tensión propia del final; un
movimiento lento, andante, andantino, romanza, con variedad de formas de
expresión desde lo elegiaco hasta la lo trágico; y un final por lo general un
rondó, donde el solista se luce como virtuoso.
Más numerosos que en cualquier otro compositor los
conciertos de Mozart son de una variedad y una riqueza que constituyen un
ejemplo en la historia de la música y van a ser los padres del concierto
moderno.
En algunos conciertos (el de flauta y arpa en do mayor
K 299 y los últimos para piano) se llega a una tensión expresiva muy cercana al romanticismo.
Piano
concerto nº 24 in c minor K 491 ( Perahia-Haiting-Chicago)
Mozart, Concierto para piano Nº 24, K491
Mozart, Concierto para piano Nº 24, K491
Piano concerto two pianos K 365 (
Brendel-Cooper)
Concerto for 2 pianos KV.365, Part 1
Concerto for 2 pianos KV. 365 Part 2
Concerto for 2 pianos KV.365, Part 1
Concerto for 2 pianos KV. 365 Part 2
Se puede discutir lo fundado o no de separar una obertura de una ópera de su
contexto dramático para llevarla al concierto. Sea como fuere Mozart no se
oponía a tal práctica.
Incluso cuando se está cansado de oírlas aisladas, las
oberturas de las óperas de Mozart guardan tesoros en su infinita variedad.
Fueron compuestas frecuentemente una vez que la opera estaba acabada. ¿Es esta
la razón de su perfecta adaptación musical y expresiva a los dramas de las que
son preludio?
El Rapto del Serrallo K 384, Las bodas de Fígaro K
492, Don Juan K 527, la Flauta mágica K 620.
Overture Don Giovanni
Overture Le Nozze di Figaro ( solti )
Overture The Marriage Of Figaro ( Fabio Luisi- wiener Philarmonik )
Magic Flute overture- Mozart
Overture El Rapto en el Serrallo
Overture The Abduction from the Seraglio (K.384)
Overture Le Nozze di Figaro ( solti )
Overture The Marriage Of Figaro ( Fabio Luisi- wiener Philarmonik )
Magic Flute overture- Mozart
Overture El Rapto en el Serrallo
Overture The Abduction from the Seraglio (K.384)
En el fondo la música instrumental cabe dentro del
concepto de música de cámara. Si tomamos las ilustraciones de los manuales de
historia de la música vemos el mundo cortesano de la música de cámara. Mozart
aporta a ese mundo, en primer lugar, la fabulosa riqueza de las combinaciones
instrumentales.
No se trata solo de la música en el salón, pues no
olvidemos que en el mundo cortesano el jardín como inseparable del palacio, es
una prolongación de ese salón. A el van dirigidos tantas músicas de Mozart que
se pueden unificar bajo el título de Serenatas
Los instrumentos de viento entran de lleno en este
estilo y técnica. A ese mundo cortesano, Mozart aporta no solo una inspiración
que rebasa lo puramente ornamental sino también esas intuiciones prerrománticas
por las supera el mundo que le rodea. Por ejemplo una obra construida con
apariencia de serenata, como el quinteto para clarinete, alcanza una cima de auténtica expresividad, que será imitada un siglo más
tarde por Brahms.
Los cuartetos y tríos de Mozart son de una
fabulosa riqueza instrumental. La dedicatoria a Haydn de un buen grupo de
ellos, indica la plena adhesión a lo que significa la forma sonata. La
vocalidad también es menor y el ligarse
de manera muy honda al mundo instrumental, en su combinación más depurada,
supone un gran paso hacia la inspiración temática de la que tanto aprenderá Beethoven.
El primer gran compositor que realmente significó algo
para Mozart fue Haydn y el joven Mozart estudio cuidadosamente los seis
cuartetos del Óp. 33 y los usó como modelos de su soberbia serie de seis cuartetos que
compuso entre 1782 y 1785. Mozart mostró su agradecimiento dedicando
las seis piezas al maestro austriaco. “aprendí
de Haydn a componer cuartetos” y cuando Haydn escuchó esos cuartetos en el
hogar de Mozart en Viena su reacción fue típicamente generosa “Ante Dios y en mi condición de hombre
honesto- le dijo a Leopoldo Mozart- , os digo que vuestro hijo es el compositor
mas grande que he conocido personalmente o de nombre.”
Los
seis cuartetos 1782-1785 dedicados a Haydn
Cuarteto
nº 15 K 421
Cuarteto nº 14 K 387
Cuarteto nº 16 K 428 1/2
Cuarteto nº 17 K 458
Cuarteto nº 18 KV 464
Cuarteto nº 19 K 464 Dissonance
Quartet in C Major, K. 465 "Dissonant"
Cuarteto nº 14 K 387
Cuarteto nº 16 K 428 1/2
Cuarteto nº 17 K 458
Cuarteto nº 18 KV 464
Cuarteto nº 19 K 464 Dissonance
Quartet in C Major, K. 465 "Dissonant"
El Adagio y fuga en Do
menor, K 546 se incluye muchas veces en el catálogo de la música
masónica de Mozart y, aunque fue interpretado en varias ocasiones para los
servicios masónicos, no pertenece estrictamente al canon de la masonería, ya
que fue compuesta con otros propósitos. Fue escrita como una reflexión estética
sobre una partitura anterior de estilo contrapuntístico.
El
Adagio y fuga es una pieza dramática que demuestra el efecto que produjo en la
imaginación de Mozart el estudio de la obra monumental de Bach y supone,
además, un presagio de muchas de las invenciones de Beethoven, sobre todo en
los aspectos más retóricos de la obra del músico de Bonn. Oímos en tres
versiones esta maravillosa musica, matrimonio perfecto entre Bach y Mozart
Sus Sonatas para piano.
El piano ocupa un lugar central en la extensa producción de Wolfgang
Amadeus Mozart (1756-1791), y no solo por las 18 sonatas que compuso, sino
también por el centenar aproximado de composiciones destinadas al teclado:
variaciones, fugas, piezas misceláneas y arreglos de todo tipo, por no
mencionar su participación en los géneros de cámara o como solista en los
conciertos.
Sin embargo, el corpus de sonatas destaca como un grupo singular que,
desde el siglo XIX, forma parte regular del repertorio de todos los pianistas.
El éxito histórico de estas obras radica en la naturaleza misma de la música:
para el aprendiz son piezas de una dificultad asequible que le proporcionan
ejemplos para desarrollar su técnica interpretativa. Pero la sensación de
facilidad que transmite la escritura mozartiana no se corresponde con la
realidad de una música que, como conoce el pianista profesional, exige grandes
dosis de delicadeza y claridad en su ejecución. Vistas en su conjunto, estas
sonatas pueden agruparse en cuatro colecciones.
El
primer grupo corresponde a las seis Sonatas KV 279 a KV 284 compuestas en Múnich a
comienzos de 1775 cuando Mozart ya disfrutaba de una considerable fama.
El segundo lo conforman las tres Sonatas KV 309, KV 310 y KV 311
escritas en Mannheim y París entre finales de 1777 y principios de 1779, un
viaje que a la postre no cosechó los éxitos que esperaba.
El
tercer grupo se enmarca en su
etapa vienesa tras la definitiva ruptura con Colloredo a comienzos de los años
ochenta (y no en la década anterior, como se venía creyendo), y se compone de las
cuatro Sonatas KV 330 a KV 333.
Tras la Sonata KV 457 de 1785, el último grupo de sonatas data de
los años finales, 1788-89, comprendiendo las catalogadas como KV
533, KV 545, KV 570 y KV 576, en las que sintetiza su breve pero
intensa experiencia en la composición sonatística para el teclado.
Sonata
piano nº 8 in A minor K 310 ( Sokolov )
Sonata Piano n º13 in B Flat K 333
Sonata piano nº 16 in c major K 545
Sonata piano in c minor nº 14 K 457 ( Sokolov)
Sonata Piano in A Major K 331 alla turca ( Wilhelm Kempff )
Sonata piano nº 18 in D K 576
Sonata Piano n º13 in B Flat K 333
Sonata piano nº 16 in c major K 545
Sonata piano in c minor nº 14 K 457 ( Sokolov)
Sonata Piano in A Major K 331 alla turca ( Wilhelm Kempff )
Sonata piano nº 18 in D K 576
Podríamos encontrar en
Mozart una música más premonitoria del romanticismo pianístico que esta
fantasía en do menor? Desde el futuro se
oyen los ecos de Beethoven y también de Schubert.
Piano Fantasia en do menor K 475 (
Sokolov )
Piano Fantasia en do menor K 475 ( Gulda ) 1/2
Piano Fantasia en do menor K 475 ( Gulda ) 2/2
Piano Fantasia en do menor K 475 ( Gulda ) 1/2
Piano Fantasia en do menor K 475 ( Gulda ) 2/2
Piano
Fantasia en re menor K 397 ( claudio Arrau )
Piano Fantasia en re menor K 397 ( Maria Joao Pires )
Piano Fantasia en re menor K 397 ( Gulda )
Piano Fantasia en re menor K 397 ( Maria Joao Pires )
Piano Fantasia en re menor K 397 ( Gulda )
Las Influencias de Mozart
Johann Christian Bach.- El más cercano
en el ideal pianístico de Mozart. Su admiración es evidente cuando cita algunos
de los temas de J.C. Bach en su música. Sentía gran respeto por él, y al
parecer era mutuo.
Joseph Haydn.- Su segunda gran
influencia después de J.C. Bach. Más en los cuartetos de cuerda y las sinfonías
que en la música para piano. Se dice que las sonatas para piano de Haydn son
más revolucionarias que las de Mozart, y que Mozart busca la perfección dentro
de la estructura. Sus progresiones tonales son moderadas comparadas con las de
Haydn, en cuyas sonatas la tonalidad es vaga, buscando la sorpresa y variedad,
y sus armonías resultan en cambios de tonalidad dentro de un movimiento. Las
modulaciones de Mozart, (con pocas excepciones como las fantasías y la sonata K.310,
por ejemplo) siempre se encuentran dentro de la lógica de la estructura y
emplea pocos efectos sorpresivos. Sus tonalidades más usadas son Do, Re, Fa,
Mib y Sib.
Las obras de madurez de Mozart parecen un cuadro de
honor: El quinteto para clarinete, el divertimento en mi bemol, las Misa en do menor y el
Réquiem, los dos cuartetos para piano, los diez últimos cuartetos para cuerdas,
los cinco grandes quintetos para cuerdas, las sinfonía concertante para violín
y viola, la serenata para trece instrumentos de viento, las seis últimas
sinfonías, el concierto para clarinete, el adagio y fuga en do menor. Estas
obras reunidas forman un cuerpo musical en el cual la forma, la expresión, la
técnica y el gusto alcanzan una altura sin precedentes
Estilo musical
Oír la música de Mozart es simultáneamente fácil y
difícil. Fácil a causa de su elegancia, su melodía interminable, su
organización clara y perfecta; difícil, por su profundidad, su sutileza y su
pasión. Parece extraño decir de un compositor que comenzó a componer a los seis
años y vivió solo hasta los treinta seis, que se desarrolló tardíamente, pero
así fue.
Pese a su elegancia, pocas obras tempranas del genio
exhiben la personalidad, la concentración y la riqueza que se manifestaron en su
música después de 1781. Obras como la pequeña sinfonía en la mayor (K 201) y la
Sinfonía en Do Mayor (K 338) son excepciones.
1781 marca su ruptura con Salzburgo y ese año señala
el periodo de madurez de Mozart, y prácticamente todos los trabajos que produjo después son
obras maestras. En Viena Mozart ya no está atado a nadie, y parece que
desapareció un gran bloqueo psicológico. Su música es ya más segura, profunda,
brillante y enérgica. Algunos de sus contemporáneos la califican de una música
excesivamente complicada y difícil de seguir.
Veamos el juicio que hace el eminente violinista Karl
Ditters Von Dittersdoff (1739-1799) que admiraba a Mozart. Su mente
convencional se sentía conmovida y chocada: “Nunca
he conocido a un compositor con tal riqueza de ideas. Casi desearía que no las
empleara tan generosamente. Deja sin aliento al oyente, pues apenas él ha
aprehendido un pensamiento bello, cuando otro de mayor fascinación rechaza al
primero, y esto continua a lo largo de toda la obra, de manera que es imposible
retener una cualquiera de estas hermosas melodías”.
Ahora, en nuestro siglo, con las grabaciones y los
conciertos que incluyen, se tiende a olvidar que durante la década de 1780 el
músico no podía tener la certeza de que la primera de que la vez que oía una
pieza no fuera la última. No había tantos conciertos. Una obra musical debía
ser asimilada de inmediato, probablemente ni siquiera se imprimía. Antes de
Beethoven y los románticos, un compositor no podía tener la seguridad razonable
de que se publicaran la totalidad de sus principales obras.
Otros opinaban que la música de Mozart era demasiado
condimentada, discordante, que sus óperas tenían un pentagrama recargado en
exceso. Demasiado bello para nuestros oídos y “excesivo número de notas mi querido Mozart” como dijo Joseph II.
El desarrollo musical de Mozart estuvo condicionado
por su padre y por compositores como J.C
Bach y CPE Bach. Fueron los años en que el joven Mozart producía enorme
caudal de música en el mejor estilo Galante, bien perfilado, melodioso, y no
muy impresionante
Después llegó la influencia de Bach y Haendel y sobre
todo del primero, cuya música conoció a través del entusiasmo del Barón Gottfried Van Swieten. De esta
forma escribe Mozart a su padre: “todos
los días a las 12 voy a casa del Barón donde se toca solo a Bach y a Haendel.
Cuando Constanze escuchó algunas de la fugas, se enamoró absolutamente de
ellas. Ahora solo desea oír fugas…Bien a menudo ella me escucha tocar fugas que
acabo de inventar y me pregunta si nunca las escribo y cuando le dije que no,
me reprendió severamente porque no registraba algunas de mis composiciones en
la más artística y bella de todas las formas musicales.”
Precisamente después de sufrir la influencia de Bach
aparece la textura polifónica en la música de Mozart. La polifonía de Mozart no
es la de Bach, pero Mozart se inspira en Bach para introducir toda suerte de
recursos contrapuntísticos, todos empleados con seguridad y confianza perfectas. Y la
culminación es el último movimiento de la
sinfonía Júpiter, donde se alinean temas contrastantes, se los encauza y se
los lanza en el tramo final en uno de los más gloriosos resonantes y
abrumadores pasajes de la música.
Lo que siempre distingue a la música de Mozart es su
proporción y su justeza; su gusto, si así se prefiere. Todo esto, un caudal
inagotable de melodía unido a un sentido armónico sumamente audaz,
completamente desarrollado, la sensibilidad para la modulación, constituyen la
marca infalible del compositor importante. La mediocridad se mantiene cerca del
punto de partida, y carece de la imaginación de la audacia necesaria para pasar
de una clave a otra. La falta de riqueza armónica es lo que determina que
tantas obras del siglo XVIII nos parezcan aburridas, por esa incesante armonía
dominante de la tónica. Bach poseía imaginación armónica lo mismo puede
afirmarse de Mozart.
En una obra como la Sonata para violín en mi bemol K.481 tocan todas estas claves: la bemol, fa menor, re bemol, do sostenido menor. Algunas de
sus piezas tardías para piano, por ejemplo el adagio en si menor, poseen una
textura que realidad anticipa a Chopin, por su variada estructura de claves.
Todas las virtudes de Mozart, su ternura , su alegría
y buen humor , su amabilidad y simplicidad que son los rasgos de su carácter se
reflejan en su música en la que una fresca melodía , llena de seducción es el
elemento esencial. Su fraseo aéreo y limpio, recorre milagrosamente sin
esfuerzo aparente toda su música. Sus obras tienen un espíritu ligero y
perfectamente equilibrado que llegan en muchos momentos al patetismo. De una
desconcertante precocidad que no tiene equivalente en la historia de la música.
Dotado de una inagotable facilidad, Mozart sin mostrarse innovador, está dotado
de genio tanto para el drama como para la sinfonía. Mozart fue sin duda el
milagro de la música. El hombrecito de Salzburgo, más proteico que Bach desde
el punto de vista musical, más aristocrático que Beethoven, puede considerarse
el músico más perfecto, mejor equipado y más natural que el mundo ha conocido.
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