Vida y estilo
musical
Razones de su
genioSu obra para organo (corales, preludios, tocatas, fantasías, fugas) para violín, violonchelo y clave (sonatas, partitas y suites)
Juan Sebastián
Bach (1685-1750), vida y estilo musical
De un linaje de músicos trabajadores, modestos y atados a su tierra que se remontan al siglo XVI, Bach el último
de ocho hermanos, nace en Eisenach,
(Sajonia) el 21 de marzo de 1865.
Antes de llegar a ser el gran genio creador
que conocemos, fue el eslabón una importante estirpe de músicos. Adquirió una
brillante cultura general y clásica, el griego y el latín, al mismo tiempo que
aprendía a tocar el violín con su padre y el clave y órgano con su primo Johann
Cristoph y la composición con Herder. A los 15 años entra en el Coro de la
iglesia de Saint Michel de Lunebourg en donde descubre la música coral
polifónica. Un viaje a Hamburgo le permite conocer a los mejores artistas de su
tiempo.
Toda su vida es una permanente búsqueda musical.
Su formación se completó con la abundante lectura de los compositores alemanes
(entre ellos Buxthehude a quien encontró en Lübeck), italianos (Frescobaldi y Vivaldi)
y Franceses (Couperin).
Es nombrado organista en Arnstadt
(1703 -1707) donde escribió sus
primeras composiciones religiosas y se forjó una reputación de experto en
órganos.
Viaja a Lubeck (1705) para escuchar
al célebre Buxtehude. En 1707, se encarga del órgano de Mülhausen y se casa con su prima María Bárbara Bach con la que tendrá ocho hijos.
En la corte luterana de Weimar, en 1708, ocupa la plaza de Maestro de Capilla y está empleado como músico de cámara y organista. Escribe numerosas cantatas y algunas obras para órgano que se han hecho celebres (La tocata y fuga en re menor y la passacaglia y fuga en do menor.)
Entre 1717 y 1723 es llamado por el
Príncipe de Anhalt y ocupa el puesto de maestro de capilla de la Corte de
Köthen. La Corte era calvinista, por lo que Bach no debe tocar el órgano ni
componer música para iglesia. Esta razón le lleva a centrarse en la música
instrumental, de forma que para la orquesta de que dispone en ese momento
compone gran parte de sus obras instrumentales. Será un periodo fecundo. Estos años le sirven para conocer el ambiente de la música de cortesana y
compone los conciertos de Brandenburgo y
el primer libro del Clave Bien Temperado. Algunas oberturas y suites además de algunas sonatas. Después de la muerte de su esposa en 1720, se vuelve a casar con la
cantante Anna Magdalena Wulken con las que tendrá catorce hijos. Las
disensiones en la Corte le llevan a abandonar Köthen y a aceptar el puesto de
cantor en la iglesia de Santo Tomas de Leipzig en mayo de 1723, donde sucede a
Kuhnau y después de renunciar Telemann.
En Leipzig, permanecerá hasta su muerte, llevando una vida cristiana y
patriarcal, modesta y digna, completamente dedicado a la música y a la religión
sin que falten las intemperancias e incomprensiones de los jefes de la escuela
de Leipzig.
Y es que en Leipzig donde sufrirá mil
constreñimientos (la composición agotadora y obligatoria de manera regular de
música para cada domingo y cada fiesta, para las ceremonias oficiales, la
prohibición de ausentarse sin permiso del consejo municipal) y tendrá múltiples
y permanentes disputas con las autoridades, sobre todo en cuanto a sus
condiciones de trabajo y a la enseñanza que estará obligado a impartir.
Bach no era un hombre a quien se pudiera manipular, y el compositor trasladó esa actitud a su trabajo de composición. Se irritaba ante la mediocridad del medio. Un hombre tan dotado, un ejecutante incomparable, un compositor cuya visión abarcaba el universo musical entonces conocido, tenía que trabajar en Leipzig con estudiantes mediocres y con un personal muy inferior a lo que el necesitaba y deseaba.
De vez
en cuando solo y por razones especiales podía conseguir algo más en cuanto a
los medios. En el caso de la Pasión Según
San Mateo logró reunir más de cuarenta participantes. Resulta evidente que
Bach deseaba contar con fuerzas más numerosos, de modo que la extendida
costumbre actual, de presentar obras tan grandes como la Misa en si menor y las dos grandes Pasiones con un minúsculo número de participantes en nombre de la
“autenticidad” parece que no es más que un lamentable error. Pero en fin esto
ya es otro debate sobre la interpretación de su música que debemos dejar aparte
en este momento. El conocido debate entre historicistas por un lado y tradicionalistas
o románticos por otro en la ejecución de las obras de Bach.
Sin embargo será para sus modestos oyentes
de Leipzig para quien escribirá a lo largo de su vida, la mayor parte de sus cantatas religiosas y
las obras maestras de su música coral,
el Oratorio de Navidad, El Magnificat, La
Pasión según San Juan y la Pasión según San Mateo.
Para la Corte de Dresde sin embargo fue
destinada la Misa en si menor, con
ocasión de los diversos viajes que realizó a esta corte, en donde conocerá a Hasse.
También viajará a Berlín y Postdam, donde será recibido por el rey Federico de
Prusia en 1749 y a quien dedicará la Ofrenda musical.
Hombre
severo, recto y honesto sus alumnos, y sus hijos seguramente temían esta figura
severa. Se trataba de un hombre religioso y un luterano practicante cuya
biblioteca contenía gran número de volúmenes eclesiásticos. Haendel al igual que Haydn eran hombres profundamente
religiosos pero sabían que irían al cielo. Creían ser amigos de Dios. Este no
fue el caso de Bach, que sentía mucho más temor frente a la deidad. Afirmaba
que el propósito y razón definitiva de la música debían ser únicamente la
gloria de Dios.
Bach
llevó a su culminación el movimiento barroco, vivió en una época en que los
conceptos nuevos y radicales estaban socavando el edificio que había sido
levantado, sobre la polifonía. Es probable que esta situación no molestase
mucho a Bach. Su vida transcurre antes de que se difundiera el concepto
romántico del arte por el arte, de la música compuesta para la eternidad. Al
igual que todos los compositores de su época se veía así mismo como un
profesional y un compositor que trabajaba para satisfacer una necesidad
específica, ya fuera una cantata para el domingo o un cuaderno de ejercicios
para estudiantes.
El estilo musical de
Bach: en las antípodas de
Haendel
Mientras Haendel triunfa aparatosa y apasionadamente, Bach solo era
conocido en muy contados círculos alemanes y más que como compositor, lo era
como interprete.
Encerrado en Leipzig luchando día a día con un ambiente hostil e
impertinente, Bach se nos presenta despojado de toda gloria mundana, una gloria
que no seria, como en tantos casos, seguidora inmediata de la muerte. Solo en
pleno siglo XIX se empezara a conocer su grandeza. Es significativo recordar
que las obras de sus hijos, aun las mejores, se
aparten por completo de los caminos de su padre.
La vida sin gloria de Bach, contrasta con las de Gluck y Haendel. Bach es el último músico que perpetua la tradición
artesana de los grandes artistas del medievo y del renacimiento. En
Gluck y Haendel se adivina ya lo que sería la apoteosis romántica del músico. En Bach su tarea es silenciosa, sin
ecos, artesanal. Pero al lado de esto, una hermosa vitalidad humana que bien
podemos contar por los hijos que tuvo y por su prolífica obra, da un carácter profundo
de fuerza y sinceridad a una obra cuya importancia y transcendencia, ni el
mismo sospechó.
El gran musicólogo italiano Massimo
Mila lo expresaba así: "Bach
mira dentro de sí, Haendel mira a su alrededor. [...] Haendel da en superficie,
variedad y amplitud lo que Bach en profundidad."
La visión de Bach, resulta más amplia, su técnica sin igual, su sentido de
la armonía poseía una fuerza, una expresión e ingenio que atemorizaban y todo
ello a pesar de no estar considerado como uno de los grandes melodistas,
termina eclipsando a los restantes hombres de su época: Vivaldi, Couperin,
Scarlatti.
En nuestra época, la música de Bach causa dos reacciones extremas. Por una
parte se toman de Bach los momentos más cercanos a nuestra sensibilidad
romántica (ejemplo de ello son las interpretaciones de Casals al violonchelo).
Por otra parte se atiende sobre todo, a
su maestría formal buscando fórmulas neoclásicas en una obra que por el
contrario es plenamente hija del barroco.
El aficionado que cierra los ojos y se estremece en lo más hondo de su
corazón al escuchar el aria de la suite en re, no puede comprender la razón de
parentesco que pueda haber entre esta música con las nacidas junto al llamado “retorno
a Bach” proclamado por Stravinsky. Recordemos que este
compositor declaraba que había que retornar a la música pura, a la pureza de la
música; a la música por la música, despojándola de cualquier tinte romántico,
descriptivo, programático, o impresionista. El antirromanticismo, el
antisentimentalismo y el anti-impresionismo solo podían conseguirse con el
retorno a Bach. Pero acaso ¿es posible escuchar el aria en re menor citada o
tantas otras obras de Bach, sin percibir
que se hallan traspasadas y llenas de sentimiento de pasión y de
sensibilidad? Entiendo que no es posible y que difícilmente pueda asociarse el antirromanticismo
de Stravinsky con la música de Bach.
La música de Bach, espiritualmente, aparece tenazmente adherida al mundo
íntimo más popular que literario del misticismo alemán posterior a Lutero. El pietismo, contemporáneo de Bach, lo van
a comprender muy bien los románticos, pues tiene una superficie de
sentimentalismo que lo hace fácilmente asequible. Bach perfecto conocedor de la
teología, aparece ligado al culto oficial y a la tradición luterana.
Bach
creía con sinceridad que la música era expresión de la divinidad. Comenzaba sus
partituras de música sagrada con las
letras JJ (Jesu Juva“Jesus ayudame”) y las cerraba con la letras SDG
(Soli Deo Gloria “Solo a la gloria de Dios). Bach compuso abundante música
eclesiástica. En los motetes, cantantas, misas y pasiones hay un sentimiento
tan religioso que la música puede ser entendida tan cabalmente por aquellos a
quienes las raíces religiosas, el sentimiento son semejantes a los de Bach.
Todos podemos recoger el mensaje evidente de la Misa en si menor, pero las
minucias y refinamientos en relación con el mensaje espiritual y el servicio
religioso real al que aquel representa solo están al alcance de los que pueden
identificarse con la iglesia y la vida espiritual contemporánea de Bach.
Gluck y Haendel se hicieron cosmopolitas
entre viajes y cortes. Bach se ha hecho cosmopolita en casa, porque ha conocido
todos los estilos musicales de su época sin salir de casa; copiando de su mano
partituras de sus antepasados y contemporáneos. Nadie como Bach, conoce a
Vivaldi y a lo clavecinistas franceses del seiscientos como así lo demuestran
sus transcripciones.
De inspiración religiosa, la obra múltiple de Bach resume y corona la
época de la polifonía y del contrapunto realizando la esencia misma del barroco
en la fuga.
Coral, preludio, fuga, suite, sonata, concerto constituyen el sólido
armazón que la sostiene. Si el músico que escribe sobre todo para la iglesia y
las cortes principales , no innova en nada , sin embargo ofrecerá a cada forma
una perfección y una profundidad y amplitud jamás conseguida hasta él. Por su
profundidad, maestría y lirismo, el arte
de Bach se adelanta al de su tiempo y prepara toda la música moderna.
Sintetiza de forma magistral los
recursos de la polifonía y los procedimientos del estilo lirico italiano. A
ellos se mezcla íntimamente el uso del coral luterano.
Creíamos que después de Palestina,
no se podía llegar a más perfección, pero la polifonía y el contrapunto de Bach
desbordan un océano de belleza y de genialidad.
La respuesta de Carl Philippe Emmanuel Bach no se hizo
esperar: “Tengo diversas razones para estar
poco satisfecho con el señor Burney. En el caso de Haendel, se constata
igualmente lo que ocurre con otros: cuando se quiere deificarlos, se
les pone en dificultades. Las comparaciones son odiosas y deberían
evitarse pero Kaiser le sobrepasa ampliamente en canto y [...]. No era, por lo
demás necesaria la comparación, ya que Haendel ya era bastante grande sobre
todo gracias a sus oratorios.
Pero
escribir que en el órgano ha sobrepasado a mi padre, nadie debería osarlo en
Inglaterra, donde no hay más que órganos insignificantes y, subrayémoslo, sin
pedalero, donde no se tiene verdadera idea de la interpretación de órgano y
donde, sin duda, no se han visto ni oído jamás obras para órgano y donde,
ciertamente, no se conocen las obras para teclado y, en particular, para órgano
de mi padre, ni en lo que concierne a estas últimas el uso obligatorio del
pedal, al que se confía ya la voz principal, ya la parte de alto, ya la de
tenor, y esto siempre en fugas en que una voz no se pierde nunca, donde se
encuentran los pasajes más difíciles, donde además los pies trabajan con
el mayor fuego y el mayor brillo y, en fin, innumerables cosas de las que el
señor Burney no sabe nada [...]. Hablemos seriamente: la diferencia no podría
ser mayor. ¿Compuso Haendel para dos teclados y pedalero? ¿Compuso fugas para
teclado solo a cinco y seis voces? Evidentemente, no. Toda comparación es,
pues, vana. La distancia es demasiado grande. Basta examinar las obras para
clave y para órgano de los dos”.
Razones de su genio
Con Bach la música barroca llegó a su culminación. Bach resume todo lo que había existido antes y anticipa mucho de lo que vendrá. Su cultura musical impresionante, su curiosidad y un voraz apetito musical, le permiten conocer todo lo que estaba sucediendo en la escena musical europea.
Alentaba un ansia incontenible de conocer y asimilar la totalidad de la música entonces asequible, fuera antigua o contemporánea. No es erudición por la historia de la música, es la atracción de un modo abrumador, casi compulsivo por la técnica que utilizaban los compositores, por como organizaban sus materiales y por la calidad de sus ideas. Y su genio está no ya en ese ansia de conocer sino en su capacidad para asimilar lo conocido.
Conocía toda la música antigua gracias a Palestina, Frescobaldi y la nueva música a través de Vivaldi, Telemann y Albinoni. La música italiana había llegado a Alemania y causaba sensación. A Bach le interesaba la música italiana, y se sentía impresionado por Vivaldi y sus nuevas armonías. Bach no solo copió y transcribió las obras del genial veneciano, además les imprime su genio personal, aplicando la forma concierto de Vivaldi a sus propias obras de ese género.
Es un milagro del genio haber logrado asimilar tan diferentes elementos, haber realizado una síntesis única de estilos, haber propuesto una espléndida recreación de todo ello a través de arquitecturas sonoras complejas y constantemente renovadas, de una perfección nunca fría y de la que se desprende a menudo la más expresiva belleza.
En buena medida, Bach fue un músico autodidacta, como lo fueron otros genios, tales como Mozart o Schubert, que sin necesidad de mucha instrucción, asimilan todos los impulsos musicales. La música de Bach exhibe infinita diversidad y en el peor de los casos puede resultar aburrida, pero siempre es música de calidad. En las mejores expresiones, su música representa la culminación del arte musical.
Los cuarenta y ocho preludios y fugas del clave bien temperado son tan diferentes unos de otros como los Estudios de Chopin. El caso del Arte de la Fuga es también paradigmático en el retrato del genio. A lo largo de más 200 años los músicos se ha sentido impresionados por la técnica y el ingenio increíble con los cuales, Bach en el Arte de la Fuga, resumió todo lo conocido acerca del contrapunto y, además agregó su poderoso genio, creando así una partitura que por su poesía y majestad constituye una obra única.
Solo un
maestro de la ejecución de los instrumentos, podía concebir esas formas
concertantes de tremendas dificultades. La inmensa chacona de la partita en re menor para violín solista, es la más
conocida de estas piezas para cuerda solista. Los movimientos de fuga de las
suites solistas para violonchelo también muestran un extremado nivel de
complejidad y dificultad. En su música hay irrupciones de regocijado
virtuosismo, por ejemplo en la cadenza para clave del concierto de brandenburgo
en re mayor. Y muchas de sus obras para órgano, obligan a forzar el movimiento
de los dedos y los pies.
Por ejemplo, un concierto de Vivaldi se desenvuelve en armonías tónicas dominantes, y la posible exploración de las claves se ajusta a la seguridad de un curso bien delineado. En la música de Bach se plasma un lenguaje totalmente nuevo. Un sentido superior de la armonía es el rasgo distintivo de casi todos los grandes compositores. Si la mayoría de los compositores de su tiempo se limitaba a las reglas, Bach fijaba las reglas. Ya de joven era su obsesión investigar las posibilidades armónicas de la música y esa fue la causa que originó no pocas llamadas al orden, porque sus oyentes no estaban acostumbrados a tanta audacia.
LA OBRA DE
BACH
Pero junto al coral, Bach, organista de prestigio y gran virtuoso del
órgano, escribe en cuarenta años numerosas páginas para el instrumento. Preludios,
Tocatas, Fantasías y fugas, conciertos, sonatas. Junto al coral,
la gran realización organistica de Bach es el preludio y fuga en el cual las
búsquedas de Buxtehude y Pachelbel llegan a su culminación. Frente al coral,
volcado a la plegaria, como pequeñas y maravillosas meditaciones sobre textos
donde vive una emoción individual, personalísima, el preludio y fuga así como
la fantasía y fuga, suministran al culto elementos decorativos
Una de las creaciones más majestuosas destinada al órgano son los Corales para órgano de 1739.
Encuadrados por el Preludio y fuga en mi bemol mayor BWV 552, se suceden 21
corales que representan los grandes temas de la fe: Kyrie, Gloria, Mandamientos
de Dios, Credo, Pater, Baustismo, de Profundis. Constituyen estos corales el
catecismo luterano y el conjunto es llamado con frecuencia Los Corales del
Dogma. ( BWV
El maravilloso Preludio y Fuga para órgano en do mayor BWV 547, entre sus
últimas obras. Y su último volumen de obras, 18 Corales, llamados frecuentemente los
corales de Leipzig
De su prolífica etapa instrumental de Köthen son las Seis Sonatas y Partitas para violín solo (BWV 1001-1006)
A este periodo
corresponde también las impresionantes Seis Suites para Violonchelo solo (BWV
1007-1012)
En la literatura para clave, la gran aportación de Bach consiste en dar a la suite una fisonomía clásica a la que responderá la forma sonata de dos temas. Bach conserva el plan tradicional (alemanda, Courrante, zarabanda y giga) pero agrega otras danzas, tanto de origen francés (gavota, bourré y minué) como extranjeras (polonesa, inglesa). Es de notar la evolución, Las suites francesas (BWV 812-817) mantienen todavía el carácter de la danza popular; Las seis suites inglesas para clave (BWV 806-811), tienen el estilo más elegante de la danza de corte. Las seis Suites o partitas Alemanas (BWV 825-830), son más abstractas y se alejan de la danza para acercarse a la música pura.
Las seis Partitas para clave (BWV 825-830) que se habían publicado antes separadamente, son reunidas por Bach en 1731. Auténticos tesoros de invención musical y de imaginación instrumental. Unas páginas extraordinarias a las que la sustitución del clave por el piano en la época moderna iluminará con una luz nueva.
Toda la música ornamental del clavecín francés, la emoción profunda de los italianos (no olvidemos que Bach ha llevado a las teclas los conciertos de Vivaldi), todos los recursos de la época sirven para dar al clavecín de Bach, a la emoción serena de los preludios y a la técnica impresionante de las fugas (menos grandiosas y más íntimas que las de órgano) un aire de absoluta novedad. El Clave Bien Temperado es fuente incluso de grandes creaciones del piano romántico. Esta obra está en el origen de una técnica moderna del teclado, base de la técnica actual.
Las Variaciones Goldberg (BWV 988). Publicadas en 1745, dedicadas al joven Goldberg, protegido del conde Von Keyserlingk. Bach le dedica esta obra al joven Goldberg con el fin de contribuir con su pluma a un tratamiento neuro-musical, debido al terrible insomnio que padecía el joven. Bach presenta una obra en que la riqueza de la invención y la ciencia del contrapunto (del canon en particular) compiten con la variedad de las disposiciones instrumentales. Las variaciones manifiestan un virtuosismo que raya en la acrobacia. Con las variaciones Goldberg, Bach funda la gran variación moderna.
La
Ofrenda Musical (BWV 1079). Junto con el Arte de la Fuga y
la Misa en si menor, pertenece al grupo de últimas obras de Bach.
El primer trozo va precedido del acróstico siguiente: R-egis I-ussu C-antio E-t R-eliquia C-anonica A-rte R-esoluta. Es decir: “Por orden del Rey, canto dado, con la continuación resuelta según la técnica del canon.” Sobre este tema noble y patético, Bach construye en un suspiro la obra. El conjunto es el triunfo de la escritura canónica, comunica a esa escritura una grandeza casi trágica, y la sonata intermedia para flauta violín e instrumento de continuo es un oasis de efusión melódica, particularmente los movimientos lentos.
Bach conocía las más importantes composiciones de la escuela italiana y francesa; se interesaba por los progresos técnicos que señalan la aurora del pianoforte.
A La Ofrenda musical y el Arte de la Fuga se acostumbra a considerarlas como obras abstractas y en cierto sentido resumen muy bien el genio a la vez conservador e innovador de Bach. La Ofrenda Musical, es juego de especialista pero algunas de sus páginas alcanzan una expresión sublime (ricercare a seis voces y sonata en trio ). El Arte de la Fuga como veremos, es la verdadera biblia de la fuga y del canon cuya perfección estilística e inventiva en la redacción son por si mismas fuentes de emoción; en ellas el poeta permanece siempre al lado del gramático.
Forkell dice de ella “en vano he tratado de descubrir una composición análoga a esta. Es única y no ha tenido jamás compañera.” Esta Fantasia hace incursiones profecticas en el terreno poco explorado entonces de la posibilidades del cromatismo.
El clavecín es un instrumento hermoso, instrumento esencial del barroco. Pero un exceso de clavecín cansa y confunde la apreciación musical. Si se escucha en exceso a Bach, Couperin, Rameau o Scarlatti, se termina por no saber que se está escuchando. (Lo que acabamos de decir es una caricatura pero hay algo de verdad). La música para clavecín de Bach transcrita al instrumento rey, el piano, adquiere su verdadera dimensión de genialidad.
No en balde los grandes del piano de todos los tiempos de este siglo y del anterior no han dejado de interpretar la música para clave Bach en el piano. Y aquí se descubre la transcendencia de la música para teclado del Bach, aquí se aprecia esa genial simbiosis entre poesía y geometría, entre pasión y medida.
Interpretado Bach al piano, entendemos mejor a Beethoven, a Chopin o a Liszt. Solo al clave, Bach suena en su tiempo, en barroco; al piano Bach trasciende el barroco y su época, de modo que su música se adelanta en el tiempo. Su música se aleja entonces de sus coetáneos (Couperin, Rameau, Scarlatti) y se acerca al piano romántico.
Sus preludios y fugas, las fantasías y fugas, sus duettos y sinfonías escritas para el clave, cuando las escuchamos en el piano nos abren un mundo de emociones y sensaciones, de estados de ánimo, más propio de los románticos del Siglo XIX, que de la música de su época. Con mucha razón dice Sopeña “que la música para clavecín de Bach sueña con instrumentos más hondos y más emotivos que el clavecín.”
En Leipzig termina, las seis sonatas en trio para melódico y rítmico. órgano (BWV 525-530), sin duda su obra maestra en materia contrapunto.
Razones de su genio
Con Bach la música barroca llegó a su culminación. Bach resume todo lo que había existido antes y anticipa mucho de lo que vendrá. Su cultura musical impresionante, su curiosidad y un voraz apetito musical, le permiten conocer todo lo que estaba sucediendo en la escena musical europea.
Alentaba un ansia incontenible de conocer y asimilar la totalidad de la música entonces asequible, fuera antigua o contemporánea. No es erudición por la historia de la música, es la atracción de un modo abrumador, casi compulsivo por la técnica que utilizaban los compositores, por como organizaban sus materiales y por la calidad de sus ideas. Y su genio está no ya en ese ansia de conocer sino en su capacidad para asimilar lo conocido.
Conocía toda la música antigua gracias a Palestina, Frescobaldi y la nueva música a través de Vivaldi, Telemann y Albinoni. La música italiana había llegado a Alemania y causaba sensación. A Bach le interesaba la música italiana, y se sentía impresionado por Vivaldi y sus nuevas armonías. Bach no solo copió y transcribió las obras del genial veneciano, además les imprime su genio personal, aplicando la forma concierto de Vivaldi a sus propias obras de ese género.
No se
limitó a leer y asimilar la música italiana. Estaba familiarizado con la música
de la escuela francesa, desde Lully hasta Couperin y copió la
música de éste. De los compositores
alemanes apreciaba la música de Haendel, Schütz y Pachebel y por
supuesto la de su amado Buxtehude. No hay pruebas de que
estuviese familiarizado con la música inglesa. Pero este hecho solo es
imputable a que en general la música impresa y los manuscritos no eran
asequibles.
Es un milagro del genio haber logrado asimilar tan diferentes elementos, haber realizado una síntesis única de estilos, haber propuesto una espléndida recreación de todo ello a través de arquitecturas sonoras complejas y constantemente renovadas, de una perfección nunca fría y de la que se desprende a menudo la más expresiva belleza.
En buena medida, Bach fue un músico autodidacta, como lo fueron otros genios, tales como Mozart o Schubert, que sin necesidad de mucha instrucción, asimilan todos los impulsos musicales. La música de Bach exhibe infinita diversidad y en el peor de los casos puede resultar aburrida, pero siempre es música de calidad. En las mejores expresiones, su música representa la culminación del arte musical.
Bach
aplica las formulas del momento, pero logra conseguir que parezcan nuevas y
originales. Bach tomó las formas que la música le aportaba, y las amplió,
modificó, y perfeccionó de manera constante. Compuso conciertos, para órgano,
violín y clave, muchas veces a partir de obra de otros músicos, y en ese
proceso les incorporó su propio genio y carácter. Una autentica obra de
ingeniería musical. Perdonarme el símil, Bach era capaz de convertir un
automóvil turismo de primera gama en un fórmula 1.
Los cuarenta y ocho preludios y fugas del clave bien temperado son tan diferentes unos de otros como los Estudios de Chopin. El caso del Arte de la Fuga es también paradigmático en el retrato del genio. A lo largo de más 200 años los músicos se ha sentido impresionados por la técnica y el ingenio increíble con los cuales, Bach en el Arte de la Fuga, resumió todo lo conocido acerca del contrapunto y, además agregó su poderoso genio, creando así una partitura que por su poesía y majestad constituye una obra única.
En
cuanto a la polifonía, no es más que un aspecto que Bach cultivó
magistralmente. Cierto que podía componer un conjunto de variaciones para clave
denominadas Goldberg, cuya tensión cromática, apenas ha sido igualada antes de
Chopin o Wagner, (increíble la vigesimoquinta variación) pero lo que distingue
la música de Bach, de la que crearon sus contemporáneos y que le otorga su
peculiar genialidad, es la intensidad
armónica. Aquí encontramos el rasgo y esencia de su genio. La mente de Bach
no era convencional y su música siempre abunda en sorpresas, en algo
inesperado, en algo que se aparta de la norma y que nadie más que Bach pudo
haber soñado.
Por ejemplo, un concierto de Vivaldi se desenvuelve en armonías tónicas dominantes, y la posible exploración de las claves se ajusta a la seguridad de un curso bien delineado. En la música de Bach se plasma un lenguaje totalmente nuevo. Un sentido superior de la armonía es el rasgo distintivo de casi todos los grandes compositores. Si la mayoría de los compositores de su tiempo se limitaba a las reglas, Bach fijaba las reglas. Ya de joven era su obsesión investigar las posibilidades armónicas de la música y esa fue la causa que originó no pocas llamadas al orden, porque sus oyentes no estaban acostumbrados a tanta audacia.
Innumerables y desconocidas en su época, las obras de Bach tocan todos los
géneros.
Obras para
órgano
El órgano fue instrumento esencial de su producción. También aquí es
necesario partir del coral, haciendo de él un poema de una maestría lírica y
técnica acabada.
En la iglesia luterana, donde están ausentes la imaginería y el incienso,
el órgano de Bach lo llena todo. Cuando se habla del goticismo y del
barroquismo de la música de Bach consciente o inconscientemente, hacemos referencia
a esa nueva hermandad entre el órgano y las grandes naves.
Los preludios, fantasías y
Tocatas, sirven de obertura a fugas
y Bach, les otorga un carácter de improvisación plena de brillo, centelleo, con
sones de carrillón, llena de luz y de colores. Los preludios expresan una
emoción serena siempre, nunca angustiada, pero sin caídas en sentimentalismos; Las fugas presentan igual libertad,
idéntico equilibrio, semejante maestría soberana en la invención bullente,
igual fantasía audaz que hace desaparecer todo rastro de esfuerzo. Las
monumentales fugas para órgano dan al culto luterano inusitada grandiosidad.
Muchas de sus composiciones para órgano
no han adquirido su definitiva genialidad hasta que los constructores, a la
vista precisamente de muchos efectos imaginados por Bach, dieron un aire nuevo
al instrumento. Constituye una autentica profecía instrumental.
Weimar es la primera gran época creativa de Bach. Aquí aparecen, el Pasacalle
y tema fugado en do menor BWV 582 y la Tocata y fuga en re menor BWV 565.
Se concibe fácilmente que el autor de esta última página pudiera atraer y
retener a los alumnos y dejar estupefactos a los oyentes.
La Fantasía y fuga en sol mayor BWV 542 es sin duda su más prodigiosa creación del periodo de Köthen. En Leipzig,
Bach completa sus obras para órgano añadiendo el magnífico Preludio en do mayor BWV 545 y
el vasto y magistral preludio en do menor BWV 546 en el
que se opera una síntesis entre la sinfonía dramática y la fuga. Dos obras
maestras son del año 1736, el Preludio y fuga en mi menor BWV 548 y en
si menor BWV 544.
Obras para Violín, Violonchelo y Clave.
Sonatas, partitas y suites.
De su prolífica etapa instrumental de Köthen son las Seis Sonatas y Partitas para violín solo (BWV 1001-1006)
En las sonatas para violín solo, alcanza la cima de la genialidad. Impresiona
escuchar como un instrumento que es esencialmente monódico, adquiere en las
sonatas una tercera dimensión polifónica, tomada en gran parte de la técnica
del laúd. Esto que explica la posterior transcripción de muchas obras
violinisticas de Bach a la cordial polifonía del punteado guitarrístico.
La
inmensa chacona de la partita en re menor
para violín solista, es la más conocida de estas piezas para cuerda solista.
Sonatas
con otros instrumentos: Las seis Sonatas para Violín y Clave (BWV 1014-1023). Las Tres sonatas para Viola de
gamba e instrumento de teclado (BWV 1027-1029). Las
Sonatas para flauta con clavecín o bajo cifrado (BWV 1030-1035)
En la literatura para clave, la gran aportación de Bach consiste en dar a la suite una fisonomía clásica a la que responderá la forma sonata de dos temas. Bach conserva el plan tradicional (alemanda, Courrante, zarabanda y giga) pero agrega otras danzas, tanto de origen francés (gavota, bourré y minué) como extranjeras (polonesa, inglesa). Es de notar la evolución, Las suites francesas (BWV 812-817) mantienen todavía el carácter de la danza popular; Las seis suites inglesas para clave (BWV 806-811), tienen el estilo más elegante de la danza de corte. Las seis Suites o partitas Alemanas (BWV 825-830), son más abstractas y se alejan de la danza para acercarse a la música pura.
Las seis Partitas para clave (BWV 825-830) que se habían publicado antes separadamente, son reunidas por Bach en 1731. Auténticos tesoros de invención musical y de imaginación instrumental. Unas páginas extraordinarias a las que la sustitución del clave por el piano en la época moderna iluminará con una luz nueva.
El Clave Bien Temperado: Los dos
libros del Clave Bien Temperado cada uno
reúnen veinticuatro fugas y veinticuatro preludios que siguen el orden de la
gama cromática.
El primer libro del clave
bien temperado (BWV 846-869) se publicó en 1732 y pertenece a la
etapa de Köthen; el segundo (BWV 870-893)
en 1744 concluido en Leipzig.
Toda la música ornamental del clavecín francés, la emoción profunda de los italianos (no olvidemos que Bach ha llevado a las teclas los conciertos de Vivaldi), todos los recursos de la época sirven para dar al clavecín de Bach, a la emoción serena de los preludios y a la técnica impresionante de las fugas (menos grandiosas y más íntimas que las de órgano) un aire de absoluta novedad. El Clave Bien Temperado es fuente incluso de grandes creaciones del piano romántico. Esta obra está en el origen de una técnica moderna del teclado, base de la técnica actual.
Aunque El Clave Bien Temperado pertenece a la serie de obras para clave de
carácter pedagógico, Norbert Dufourcq señala “que son obras en la que la sensibilidad lucha sin pausa con la razón;
el corazón está siempre presente, latiendo.” Estos 48 preludios y fugas
abren posibilidades de modulación de una riqueza inaudita y se convierten en
llaves del arte moderno.
El Libro
II del Clave Bien Temperado (“24 nuevos preludios y fugas”). Reúne en
un cuadro tonal y modal idéntico al del primer libro, paginas compuestas en
todas las épocas de su vida. Por ello tiene menos unidad, pero brilla con una
variedad debida no solo a la escritura sino también a las estéticas sucesivamente
representadas.
Entre
1735 y 1736, el Concierto italiano (BWV 971), en el que dos brillantes allegros
encuadran a una profunda meditación melódica, Bach encuentra una formula
alemana para el antiguo concerto grosso.
Junto al concierto italiano, la patética Obertura Francesa (BWV 831) también para clave
en si menor.
Las Variaciones Goldberg (BWV 988). Publicadas en 1745, dedicadas al joven Goldberg, protegido del conde Von Keyserlingk. Bach le dedica esta obra al joven Goldberg con el fin de contribuir con su pluma a un tratamiento neuro-musical, debido al terrible insomnio que padecía el joven. Bach presenta una obra en que la riqueza de la invención y la ciencia del contrapunto (del canon en particular) compiten con la variedad de las disposiciones instrumentales. Las variaciones manifiestan un virtuosismo que raya en la acrobacia. Con las variaciones Goldberg, Bach funda la gran variación moderna.
En
1747, Bach hace el famoso viaje a Berlín. Desde hacía tiempo Federico II
deseaba que sus oídos oyesen al ilustre padre de su clavecinista Carl, Philippe
Emanuel Bach.
Ante el
soberano, Bach realizará una notable demostración de su talento. En el palacio,
Bach, va probando uno tras otro los clavecines y pianofortes construidos por
Silbermann. Bach improvisa una fuga a tres voces sobre un tema propuesto por el
Rey, otra a seis voces sobre un tema original. Entusiasmado el monarca le dice
que escoja como regalo uno de los instrumentos que acaba de hacer sonar y Bach
elige el pianoforte. De regreso a Leipzig, Bach se propone rendir a Federico,
en forma musical, el homenaje de gratitud más digno y se propone desarrollar su
ofrenda musical en torno a la gran idea.
El primer trozo va precedido del acróstico siguiente: R-egis I-ussu C-antio E-t R-eliquia C-anonica A-rte R-esoluta. Es decir: “Por orden del Rey, canto dado, con la continuación resuelta según la técnica del canon.” Sobre este tema noble y patético, Bach construye en un suspiro la obra. El conjunto es el triunfo de la escritura canónica, comunica a esa escritura una grandeza casi trágica, y la sonata intermedia para flauta violín e instrumento de continuo es un oasis de efusión melódica, particularmente los movimientos lentos.
Bach conocía las más importantes composiciones de la escuela italiana y francesa; se interesaba por los progresos técnicos que señalan la aurora del pianoforte.
A La Ofrenda musical y el Arte de la Fuga se acostumbra a considerarlas como obras abstractas y en cierto sentido resumen muy bien el genio a la vez conservador e innovador de Bach. La Ofrenda Musical, es juego de especialista pero algunas de sus páginas alcanzan una expresión sublime (ricercare a seis voces y sonata en trio ). El Arte de la Fuga como veremos, es la verdadera biblia de la fuga y del canon cuya perfección estilística e inventiva en la redacción son por si mismas fuentes de emoción; en ellas el poeta permanece siempre al lado del gramático.
La obra más enigmática para clavecín de Bach, la Fantasía Cromática y fuga (BWV
903), “sueña con instrumentos más
hondos y emotivos que el clavecín”, tal y como lo expresa con gran acierto
Federico Sopeña.
Forkell dice de ella “en vano he tratado de descubrir una composición análoga a esta. Es única y no ha tenido jamás compañera.” Esta Fantasia hace incursiones profecticas en el terreno poco explorado entonces de la posibilidades del cromatismo.
Intento encontrar una compañera a la Fantasía Cromática y Fuga. No sé que
me diría Forkell de la maravillosa Fantasía y Fuga BWV 944
El clavecín es un instrumento hermoso, instrumento esencial del barroco. Pero un exceso de clavecín cansa y confunde la apreciación musical. Si se escucha en exceso a Bach, Couperin, Rameau o Scarlatti, se termina por no saber que se está escuchando. (Lo que acabamos de decir es una caricatura pero hay algo de verdad). La música para clavecín de Bach transcrita al instrumento rey, el piano, adquiere su verdadera dimensión de genialidad.
No en balde los grandes del piano de todos los tiempos de este siglo y del anterior no han dejado de interpretar la música para clave Bach en el piano. Y aquí se descubre la transcendencia de la música para teclado del Bach, aquí se aprecia esa genial simbiosis entre poesía y geometría, entre pasión y medida.
Interpretado Bach al piano, entendemos mejor a Beethoven, a Chopin o a Liszt. Solo al clave, Bach suena en su tiempo, en barroco; al piano Bach trasciende el barroco y su época, de modo que su música se adelanta en el tiempo. Su música se aleja entonces de sus coetáneos (Couperin, Rameau, Scarlatti) y se acerca al piano romántico.
Sus preludios y fugas, las fantasías y fugas, sus duettos y sinfonías escritas para el clave, cuando las escuchamos en el piano nos abren un mundo de emociones y sensaciones, de estados de ánimo, más propio de los románticos del Siglo XIX, que de la música de su época. Con mucha razón dice Sopeña “que la música para clavecín de Bach sueña con instrumentos más hondos y más emotivos que el clavecín.”
Oímos una muestra más del intimismo de Bach en esta sinfonía BWV 795. Una vez más Bach se
adelanta a su época. Bien alejada suena esta música del expresivismo y oropel
del barroco musical
En Leipzig termina, las seis sonatas en trio para melódico y rítmico. órgano (BWV 525-530), sin duda su obra maestra en materia contrapunto.
Aquí terminamos con la obra de Bach compuesta para instrumentos
de teclado y de cuerda en solitario. En la próxima entrada nos encontraremos
con las obras de Bach que cultivan el género concertante, y oiremos al clave y
al violín y a otros muchos instrumentos jugando jugando en plena orquesta. También
asistiremos a sus inconmensurables obras religioso vocales
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